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Club de las 25 y maldita tesis. O viceversa

27 de noviembre de 2017. 

Esta fecha quedará grabada en mi mente para siempre. Ese día, ¡por fin!, tuve la suerte de defender la #malditatesis a pesar de todos los obstáculos que me pusieron durante 4 años. Tuve la gran suerte de poder contar, en el último año y medio, con una directora de tesis MARAVILLOSA, comprometida, disciplinada, cercana y auténtica. Una MUJER como la copa de un pino (como se suele decir coloquialmente). Soledad Murillo ha sido mi ÁNGEL de la guarda, mi LUZ en este túnel que se me hacía cuesta arriba; y como le he dicho (y escrito) más de una vez, ha sido mi SALVADORA. Si no hubiese sido por ella, el 27 de noviembre de 2017 hubiese pasado por mi vida de forma anodina y yo hubiese tirado todo el juego de toallas en el 2016, abandonando mi investigación y mi tesis. 
Podría haber sido una investigación y un estudio mejor, lo sé. Pero hemos hecho lo que hemos podido, y más, en este corto período de tiempo.

Ese día, la naturaleza quiso que yo estuviese catarrosa (los nervios, el estrés), pero la química farmacéutica ayudó a que no se me notase mucho. Estuve rodeada de mi familia y amigos (faltaron personas cercanas, pero las circunstancias, hay ocasiones, en que juegan malas pasadas); pero quienes faltaron sé que estuvieron en espíritu conmigo y me dieron fuerzas para no decaer y mostrar a las miembros y al miembro del Tribunal mi ilusión, mi compromiso, mi experiencia y mi saber.

El 27 de noviembre de 2017 fue un día completo. Defensa de la tesis. Ágape con el Tribunal, directoras y familia. Descubrir que el parking de la Complutense es barato (jajajajaja). Relax. Y, por último, acudir a una entrega de premios muy especial: los que otorgaban las del "Club de las 25" a distintas mujeres relevantes en la lucha feminista por la igualdad.
Las premiadas eran desde Concha Velasco, pasando por Ana de Miguel, Nuria Varela, Margarita Robles, Leticia Dolera y, por supuesto, mi gran y admirada Soledad Murillo. (Había más).

Yo acudí al Palace de Madrid, cual paleta que llega a la capital desde el pueblo. No sabía si iba a desentonar en ese lugar tan famoso y con tanto nombre. Bueno, pues me sentí una "paleta" más, jajajaja. Tengo que reconocer que tuve que contener grititos histéricos cuando veía a alguien que admiraba o alguien a quien reconocía. ¡Bendito telegram! que me permitía compartirlo. Menuda brasa que le di a algunas personas.

Me senté todo lo cerca del "escenario" que me permitieron para que Soledad, después, no me regañara porque me dice que siempre me siento atrás. A veces la timidez y el querer pasar desapercibida me pueden, no puedo evitarlo. Me tuve que contener cuando delante de mí se sentó este hombre: mi admirado Baltasar Garzón que entregaba un premio a Asunción, la mujer de 92 años que ya pudo enterrar a su padre como se merecía. Correcto, tranquilo, sosegado, atento. Lástima que no se quedara al cóctel posterior.
Me sentía una fan total y absoluta al ver a un montón de personas que admiraba y de las que me gustaba su trabajo y/o su pensamiento (ideas). 

La emoción fue mayúscula cuando ELLA subió al escenario y habló como es ELLA: valiente, comprometida, sabia. Me emocioné cuando me vio desde el escenario y bajó a darme dos besos y un abrazo. Como es ELLA. Auténtica. Pero las lágrimas volvieron a aparecer sin cortarse un pelo, cuando después de la "foto de familia", ELLA bajó de nuevo, se acercó y me dio el abanico que le habían obsequiado porque quería que lo tuviera yo. Así es ELLA. Y yo, llorando a moco tendido. Me presentó después a Nuria Varela, con la que estuve hablando, quien se sorprendió que aquella misma mañana hubiera defendido mi tesis y estuviera ahí. Me anunció la nueva edición de su libro "Feminismo para principiantes" en versión novela gráfica (el próximo 15 de febrero sale a la venta) y ya hablamos de venir a Salamanca a presentarlo. Mi mente no descansa, no puedo evitarlo.

También tuve la suerte de hablar con Ana de Miguel, quien no estuvo en mi Tribunal de la tesis por problemas documentales y de tiempo. Fue una lástima, la verdad. 
Tengo que decir que tanto Nuria Varela como Ana de Miguel son dos mujeres humildes, generosas y cercanas. De las que aprendes escuchándolas. Tienen tanto que decir y enseñar.

También subió al escenario a recoger su premio, leyendo unas palabras de Simone de Beavoir, Leticia Dolera. Soy mega fan suya. Mi hermana me pidió una foto con ella y se la pedí. ¡Qué valiente con sus palabras! Qué coherente, qué comprometida, qué implicada. 
Me siento identificada con ella porque, como quien dice, hace poco que ha entendido qué es esto del feminismo y lucha por estos ideales. A mí aún me queda mucho por aprender (sigo en ello), por leer y por investigar.

Fue una fiesta donde había grandes referentes del feminismo más o menos conocidas. Mujeres famosas en distintas disciplinas: periodistas, profesoras, actrices, estudiantes...

Posteriormente, alguna de ellas (no de las premiadas) me sorprendieron en un programa de TV entrevistando a una joven ilustradora con sus palabras y discurso. Pero eso es para otro post.

Tengo que agradecer a mi amigo Amílcar por regalarme la oportunidad de codearme con todas estas mujeres que son mi referente, por permitirme compartir momento y espacio con mi querida Soledad, por estar siempre y por remover cielo y tierra para que no decayera.

Este espacio también es para dar gracias, de nuevo, a toda mi familia (y amistades) por apoyarme y no dejarme caer cuando todo lo veía negro. ¿Qué haría sin todos/as vosotros/as? 

Sin vuestro empuje el 27 de noviembre de 2017 habría sido un día más en mi vida.





Club de las 25 y maldita tesis. O viceversa

27 de noviembre de 2017. 

Esta fecha quedará grabada en mi mente para siempre. Ese día, ¡por fin!, tuve la suerte de defender la #malditatesis a pesar de todos los obstáculos que me pusieron durante 4 años. Tuve la gran suerte de poder contar, en el último año y medio, con una directora de tesis MARAVILLOSA, comprometida, disciplinada, cercana y auténtica. Una MUJER como la copa de un pino (como se suele decir coloquialmente). Soledad Murillo ha sido mi ÁNGEL de la guarda, mi LUZ en este túnel que se me hacía cuesta arriba; y como le he dicho (y escrito) más de una vez, ha sido mi SALVADORA. Si no hubiese sido por ella, el 27 de noviembre de 2017 hubiese pasado por mi vida de forma anodina y yo hubiese tirado todo el juego de toallas en el 2016, abandonando mi investigación y mi tesis. 
Podría haber sido una investigación y un estudio mejor, lo sé. Pero hemos hecho lo que hemos podido, y más, en este corto período de tiempo.

Ese día, la naturaleza quiso que yo estuviese catarrosa (los nervios, el estrés), pero la química farmacéutica ayudó a que no se me notase mucho. Estuve rodeada de mi familia y amigos (faltaron personas cercanas, pero las circunstancias, hay ocasiones, en que juegan malas pasadas); pero quienes faltaron sé que estuvieron en espíritu conmigo y me dieron fuerzas para no decaer y mostrar a las miembros y al miembro del Tribunal mi ilusión, mi compromiso, mi experiencia y mi saber.

El 27 de noviembre de 2017 fue un día completo. Defensa de la tesis. Ágape con el Tribunal, directoras y familia. Descubrir que el parking de la Complutense es barato (jajajajaja). Relax. Y, por último, acudir a una entrega de premios muy especial: los que otorgaban las del "Club de las 25" a distintas mujeres relevantes en la lucha feminista por la igualdad.
Las premiadas eran desde Concha Velasco, pasando por Ana de Miguel, Nuria Varela, Margarita Robles, Leticia Dolera y, por supuesto, mi gran y admirada Soledad Murillo. (Había más).

Yo acudí al Palace de Madrid, cual paleta que llega a la capital desde el pueblo. No sabía si iba a desentonar en ese lugar tan famoso y con tanto nombre. Bueno, pues me sentí una "paleta" más, jajajaja. Tengo que reconocer que tuve que contener grititos histéricos cuando veía a alguien que admiraba o alguien a quien reconocía. ¡Bendito telegram! que me permitía compartirlo. Menuda brasa que le di a algunas personas.

Me senté todo lo cerca del "escenario" que me permitieron para que Soledad, después, no me regañara porque me dice que siempre me siento atrás. A veces la timidez y el querer pasar desapercibida me pueden, no puedo evitarlo. Me tuve que contener cuando delante de mí se sentó este hombre: mi admirado Baltasar Garzón que entregaba un premio a Asunción, la mujer de 92 años que ya pudo enterrar a su padre como se merecía. Correcto, tranquilo, sosegado, atento. Lástima que no se quedara al cóctel posterior.
Me sentía una fan total y absoluta al ver a un montón de personas que admiraba y de las que me gustaba su trabajo y/o su pensamiento (ideas). 

La emoción fue mayúscula cuando ELLA subió al escenario y habló como es ELLA: valiente, comprometida, sabia. Me emocioné cuando me vio desde el escenario y bajó a darme dos besos y un abrazo. Como es ELLA. Auténtica. Pero las lágrimas volvieron a aparecer sin cortarse un pelo, cuando después de la "foto de familia", ELLA bajó de nuevo, se acercó y me dio el abanico que le habían obsequiado porque quería que lo tuviera yo. Así es ELLA. Y yo, llorando a moco tendido. Me presentó después a Nuria Varela, con la que estuve hablando, quien se sorprendió que aquella misma mañana hubiera defendido mi tesis y estuviera ahí. Me anunció la nueva edición de su libro "Feminismo para principiantes" en versión novela gráfica (el próximo 15 de febrero sale a la venta) y ya hablamos de venir a Salamanca a presentarlo. Mi mente no descansa, no puedo evitarlo.

También tuve la suerte de hablar con Ana de Miguel, quien no estuvo en mi Tribunal de la tesis por problemas documentales y de tiempo. Fue una lástima, la verdad. 
Tengo que decir que tanto Nuria Varela como Ana de Miguel son dos mujeres humildes, generosas y cercanas. De las que aprendes escuchándolas. Tienen tanto que decir y enseñar.

También subió al escenario a recoger su premio, leyendo unas palabras de Simone de Beavoir, Leticia Dolera. Soy mega fan suya. Mi hermana me pidió una foto con ella y se la pedí. ¡Qué valiente con sus palabras! Qué coherente, qué comprometida, qué implicada. 
Me siento identificada con ella porque, como quien dice, hace poco que ha entendido qué es esto del feminismo y lucha por estos ideales. A mí aún me queda mucho por aprender (sigo en ello), por leer y por investigar.

Fue una fiesta donde había grandes referentes del feminismo más o menos conocidas. Mujeres famosas en distintas disciplinas: periodistas, profesoras, actrices, estudiantes...

Posteriormente, alguna de ellas (no de las premiadas) me sorprendieron en un programa de TV entrevistando a una joven ilustradora con sus palabras y discurso. Pero eso es para otro post.

Tengo que agradecer a mi amigo Amílcar por regalarme la oportunidad de codearme con todas estas mujeres que son mi referente, por permitirme compartir momento y espacio con mi querida Soledad, por estar siempre y por remover cielo y tierra para que no decayera.

Este espacio también es para dar gracias, de nuevo, a toda mi familia (y amistades) por apoyarme y no dejarme caer cuando todo lo veía negro. ¿Qué haría sin todos/as vosotros/as? 

Sin vuestro empuje el 27 de noviembre de 2017 habría sido un día más en mi vida.





Madrid

Durante más de cuatro años, pero sobre todo desde el 2013, he tenido que viajar con asiduidad a la capital del reino por cuestiones relacionadas con la #malditatesis. Reuniones con la directora, cursos, jornadas, entrevistas, talleres... No voy a decir que cualquier excusa era buena, porque no es así, ya que viajar a Madrid siempre me supone conciliar y no sentirme culpable por estar 2 ,3 ó 4 días fuera de casa.


Pero también es cierto que venir acá me ha supuesto, en muchos casos, una vía de escape, de desconexión y tranquilidad. 

Mientras la inmensa mayoría de las personas caminan aceleradas, sin detenerse a mirar a la otra persona, yo camino despacio, sin prisa (suelo salir con tiempo), disfrutando de lo que me rodea y sintiéndome diferente porque no soy una persona agobiada.

Yo he acabado entrando en Madrid. Me siento segura. Me siento bien. En mi sitio. No siento el agobio de años atrás cuando era la viva imagen de Paco Martínez Soria versión mujer. Sólo me faltaba agarrarme a la chaqueta de mi tía o al brazo de mi tío cual niña asustada.

Ahora observo esta ciudad desde la distancia. Examino sus edificios, sus parques, sus tiendas... Disfruto de mis amistades madrileñas (algunas veces más que otras) e, incluso, doy indicaciones en el metro. ¡YO! Ni me lo creo.

Ya me planteo un posible trabajo acá, con todo lo que ello significa. De hecho, amistades salmantinas me empujan a ello. "Tu sitio está allí".

Pero mi ciudad, con su tranquilidad y su espacio, sus tiempos, mi gente, me tiran. Y cuesta tomar una decisión.


(Post escrito el jueves 25 de enero, a las 20h en el Faborit de Plaza de España).

Madrid

Durante más de cuatro años, pero sobre todo desde el 2013, he tenido que viajar con asiduidad a la capital del reino por cuestiones relacionadas con la #malditatesis. Reuniones con la directora, cursos, jornadas, entrevistas, talleres... No voy a decir que cualquier excusa era buena, porque no es así, ya que viajar a Madrid siempre me supone conciliar y no sentirme culpable por estar 2 ,3 ó 4 días fuera de casa.


Pero también es cierto que venir acá me ha supuesto, en muchos casos, una vía de escape, de desconexión y tranquilidad. 

Mientras la inmensa mayoría de las personas caminan aceleradas, sin detenerse a mirar a la otra persona, yo camino despacio, sin prisa (suelo salir con tiempo), disfrutando de lo que me rodea y sintiéndome diferente porque no soy una persona agobiada.

Yo he acabado entrando en Madrid. Me siento segura. Me siento bien. En mi sitio. No siento el agobio de años atrás cuando era la viva imagen de Paco Martínez Soria versión mujer. Sólo me faltaba agarrarme a la chaqueta de mi tía o al brazo de mi tío cual niña asustada.

Ahora observo esta ciudad desde la distancia. Examino sus edificios, sus parques, sus tiendas... Disfruto de mis amistades madrileñas (algunas veces más que otras) e, incluso, doy indicaciones en el metro. ¡YO! Ni me lo creo.

Ya me planteo un posible trabajo acá, con todo lo que ello significa. De hecho, amistades salmantinas me empujan a ello. "Tu sitio está allí".

Pero mi ciudad, con su tranquilidad y su espacio, sus tiempos, mi gente, me tiran. Y cuesta tomar una decisión.


(Post escrito el jueves 25 de enero, a las 20h en el Faborit de Plaza de España).

GRACIAS. Esto ha llegado a su fin

Hace justo una semana estaba pasando el hecho más importante en mi vida académica: La defensa de la tesis.

Cuatro años de trabajo de estudio, de redacción, de investigación, de conversación, de desesperación, de desilusión, de ganas de arrojar la toalla, de... Cuatro años que llegaron a su fin, a pesar de que no estaba (ni estoy) satisfecha con el trabajo final, pero sí con lo conseguido y, sobre todo, con el último año y medio.

En este post voy a tratar de dar las GRACIAS a todas las personas que han estado ahí y que no he podido mencionar en mi tesis o en la exposición como realmente me gustaría. Había que ser políticamente correcta, en esta ocasión sí.

En primer lugar, tengo que agradecer a MIS PADRES su apoyo, en todos los sentidos imaginables y más, y compañía incondicional. En muchas ocasiones me he acordado de mi madre por animarme a iniciarme en esto del doctorado. Yo me las creía felices y que todo iba a ser muy fácil, pero la realidad fue otra totalmente diferente. Sarcásticamente le reí la gracia a la idea que había tenido mi bendita madre de que hiciera el doctorado. No veía el final, sólo obstáculos y pedruscos. Pero el final llegó.
Ver a mi padre emocionado y nervioso no tiene precio. Soy tan sensiblona como él, qué se le va a hacer, orgullo de hija. El pobrecito mío me ha visto sufrir lo indecible, viajar (ya lo veía como algo habitual), hablar de dinero (anda que no cuesta el doctorado), de problemas y encontronazos, de la alegría de haber descubierto un ángel que me enderezó el camino y me guió en los últimos tiempo.
Gracias a mi madre y a mi padre estoy donde estoy y soy como soy.
Mi HERMANA y mi HERMANO también se han mantenido en la sombra, apoyándome en silencio, comprendiendo lo que a veces era incomprensible, animándome para que no decayera y tirara la toalla, no echándome en cara el no estar cuando me han necesitado o empujándome a marchar para que desconectara de Salamanca, hija, familia y pudiera respirar para volver con más energía. Este triunfo también es suyo. Las recompensas también las recogerán ella y él.

¿Qué decir de quien se ha mantenido a mi lado en silencio y en la sombra? Amílcar es mi amigo, mi hermano, mi corrector ortográfico y mi diseñador gráfico particular. No tendré vida suficiente para agradecerle todo lo que ha hecho. Ha acudido a mi llamada a pesar del cansancio (que me ocultaba a veces), para ayudarme a maquetar, editar, diseñar... Se ha leído todo el texto buscando errores para que quedara perfecto (al final no lo hemos conseguido, pero es que la perfección no existe). Sorprendida de que fuese capaz de leer el documento ¡dos veces! No tengo palabras de agradecimiento que expresen lo que ha significado, significa y significará.
Mis estancias en Madrid, como digo en los agradecimientos de la tesis, no hubiesen sido posibles sin mis tíos. Siempre con una sonrisa, con una cama acogedora, con una predisposición para ayudar. Mi tío me ha guiado por los pasillos del Congreso de los Diputados para mostrarme los entresijos de ese edificio y a las personas que han colaborado en las entrevistas. Además, nos hemos recorrido algunos barrios de Madrid para que pudiera conocer el trabajo diario de los agentes de policía (sólo me he entrevistado con hombres, qué se le va a hacer), lo cual me ha servido para tener una visión más clara y amplia del trabajo que realiza el CNP.

Alguien quiso que en el camino me topase, casi por casualidad, con quien ha sido mi ángel de la guarda durante 1 año y medio largo. Soledad ha sido capaz de ilusionarme otra vez cuando ya había perdido la ilusión por terminar, de darme fuerzas cuando me faltaban, de darme ánimos, de ser lo suficientemente dura cuando era necesario, de tirarme de las orejas si era preciso, pero también ha sido, es y será un referente como mujer y como profesional. Creo que tampoco le agradeceré nunca todo lo que ha hecho por mí sin saberlo.

Raquel Luengo ha sido otro de los motores en este camino del Doctorado. Como he dicho, se alió, sin saberlo, con mi madre, para empujarme a iniciar este camino que concluí el lunes 27 de noviembre. En consecuencia, participó activamente en mi investigación teniendo la "suerte" y el "honor" de iniciar las entrevistas a profesionales. Porque ella es una gran profesional que se implica, que es responsable, que tiene empatía, fuerza, tacto y que trata de ayudar en la medida de sus posibilidades. Nos uníamos para arreglar el mundo, en esos momentos que teníamos de bajón individual que compartíamos, y nos íbamos para casa con otra cara y con otro espíritu.

Mis amistades más cercanas han sufrido mi lejanía y mi no disponibilidad. Mi compañera de fatigas, Teresa, no sólo ha tenido que soportar la distancia en km que nos separa, sino también mis ausencias estando en la misma ciudad, viajes no realizados para vernos y largos mensajes por Telegram contándonos las noticias más importantes que no nos podíamos decir en persona. Ahora recuperaremos el tiempo.
Mi compi chancletero, Ángel, me ha ayudado a pesar de que él también está súper liado en todo momento. El poder compartir con él momentos en nuestra Pandilla Chancleta ha hecho que no pierda la cordura. Siempre con el café dispuesto, con su cuaderno/libreta, con las risas para desestresar. Ahora estamos los dos al mismo nivel de implicación y de esto tiene que salir algo mucho mejor que hasta ahora.
Cuando te haces mayor el cuadrar horarios para poder tomar una taza de té se vuelve casi misión imposible, sobre todo cuando una de las dos partes está inmersa en la redacción de una tesis doctoral. Ainara lo sabe muy bien, pues lo sufre por partida doble: su pareja y su amiga. Ella ha estado ahí comprendiendo que los tiempos son los que son y que es mejor un par de mensajes de Telegram que el estar reprochando la escasez de tiempo. Es otra persona a la que tengo que agradecer su comprensión.
Hay quienes llegaron casi al final de este largo camino pedregoso. Juancar y Bego se reengancharon y, cada uno a su manera, me han acompañado, apoyado, empujado y soportado (lo reconozco, había momentos que había que soportarme). Pero siempre han estado ahí dispuestos a un café, a un mensaje, a un paseo...

Creo que no me dejo a nadie. Pero si es así, GRACIAS. Gracias por el cariño, la paciencia, la comprensión.

Gracias a María José, a Montse, a Marichu, a todo Generando Igualdad por cómo os portáis conmigo, porque nos tenemos que reunir para volver a hacer algo bonito y recordarnos que somos reinas. Os recuerdo que me debéis visita. Gracias por ser cómo sois, tan auténticas, tan generosas, tan cercanas y tan fuertes. Gracias por las conversaciones que intentan arreglar un mundo que está mal herido. Gracias por hacer una piña y estar. Eso es con lo que me quedo.

Este trabajo ha contribuido a que en las reuniones familiares y de amigos/as hablemos de igualdad, violencia de género, machismo, feminismo... 

La lucha continúa. Unidos/as seremos más fuertes.

Gracias
Rosa, esto va por ti. Para que te des cuenta que si se quiere y con ayuda, se puede. 

GRACIAS. Esto ha llegado a su fin

Hace justo una semana estaba pasando el hecho más importante en mi vida académica: La defensa de la tesis.

Cuatro años de trabajo de estudio, de redacción, de investigación, de conversación, de desesperación, de desilusión, de ganas de arrojar la toalla, de... Cuatro años que llegaron a su fin, a pesar de que no estaba (ni estoy) satisfecha con el trabajo final, pero sí con lo conseguido y, sobre todo, con el último año y medio.

En este post voy a tratar de dar las GRACIAS a todas las personas que han estado ahí y que no he podido mencionar en mi tesis o en la exposición como realmente me gustaría. Había que ser políticamente correcta, en esta ocasión sí.

En primer lugar, tengo que agradecer a MIS PADRES su apoyo, en todos los sentidos imaginables y más, y compañía incondicional. En muchas ocasiones me he acordado de mi madre por animarme a iniciarme en esto del doctorado. Yo me las creía felices y que todo iba a ser muy fácil, pero la realidad fue otra totalmente diferente. Sarcásticamente le reí la gracia a la idea que había tenido mi bendita madre de que hiciera el doctorado. No veía el final, sólo obstáculos y pedruscos. Pero el final llegó.
Ver a mi padre emocionado y nervioso no tiene precio. Soy tan sensiblona como él, qué se le va a hacer, orgullo de hija. El pobrecito mío me ha visto sufrir lo indecible, viajar (ya lo veía como algo habitual), hablar de dinero (anda que no cuesta el doctorado), de problemas y encontronazos, de la alegría de haber descubierto un ángel que me enderezó el camino y me guió en los últimos tiempo.
Gracias a mi madre y a mi padre estoy donde estoy y soy como soy.
Mi HERMANA y mi HERMANO también se han mantenido en la sombra, apoyándome en silencio, comprendiendo lo que a veces era incomprensible, animándome para que no decayera y tirara la toalla, no echándome en cara el no estar cuando me han necesitado o empujándome a marchar para que desconectara de Salamanca, hija, familia y pudiera respirar para volver con más energía. Este triunfo también es suyo. Las recompensas también las recogerán ella y él.

¿Qué decir de quien se ha mantenido a mi lado en silencio y en la sombra? Amílcar es mi amigo, mi hermano, mi corrector ortográfico y mi diseñador gráfico particular. No tendré vida suficiente para agradecerle todo lo que ha hecho. Ha acudido a mi llamada a pesar del cansancio (que me ocultaba a veces), para ayudarme a maquetar, editar, diseñar... Se ha leído todo el texto buscando errores para que quedara perfecto (al final no lo hemos conseguido, pero es que la perfección no existe). Sorprendida de que fuese capaz de leer el documento ¡dos veces! No tengo palabras de agradecimiento que expresen lo que ha significado, significa y significará.
Mis estancias en Madrid, como digo en los agradecimientos de la tesis, no hubiesen sido posibles sin mis tíos. Siempre con una sonrisa, con una cama acogedora, con una predisposición para ayudar. Mi tío me ha guiado por los pasillos del Congreso de los Diputados para mostrarme los entresijos de ese edificio y a las personas que han colaborado en las entrevistas. Además, nos hemos recorrido algunos barrios de Madrid para que pudiera conocer el trabajo diario de los agentes de policía (sólo me he entrevistado con hombres, qué se le va a hacer), lo cual me ha servido para tener una visión más clara y amplia del trabajo que realiza el CNP.

Alguien quiso que en el camino me topase, casi por casualidad, con quien ha sido mi ángel de la guarda durante 1 año y medio largo. Soledad ha sido capaz de ilusionarme otra vez cuando ya había perdido la ilusión por terminar, de darme fuerzas cuando me faltaban, de darme ánimos, de ser lo suficientemente dura cuando era necesario, de tirarme de las orejas si era preciso, pero también ha sido, es y será un referente como mujer y como profesional. Creo que tampoco le agradeceré nunca todo lo que ha hecho por mí sin saberlo.

Raquel Luengo ha sido otro de los motores en este camino del Doctorado. Como he dicho, se alió, sin saberlo, con mi madre, para empujarme a iniciar este camino que concluí el lunes 27 de noviembre. En consecuencia, participó activamente en mi investigación teniendo la "suerte" y el "honor" de iniciar las entrevistas a profesionales. Porque ella es una gran profesional que se implica, que es responsable, que tiene empatía, fuerza, tacto y que trata de ayudar en la medida de sus posibilidades. Nos uníamos para arreglar el mundo, en esos momentos que teníamos de bajón individual que compartíamos, y nos íbamos para casa con otra cara y con otro espíritu.

Mis amistades más cercanas han sufrido mi lejanía y mi no disponibilidad. Mi compañera de fatigas, Teresa, no sólo ha tenido que soportar la distancia en km que nos separa, sino también mis ausencias estando en la misma ciudad, viajes no realizados para vernos y largos mensajes por Telegram contándonos las noticias más importantes que no nos podíamos decir en persona. Ahora recuperaremos el tiempo.
Mi compi chancletero, Ángel, me ha ayudado a pesar de que él también está súper liado en todo momento. El poder compartir con él momentos en nuestra Pandilla Chancleta ha hecho que no pierda la cordura. Siempre con el café dispuesto, con su cuaderno/libreta, con las risas para desestresar. Ahora estamos los dos al mismo nivel de implicación y de esto tiene que salir algo mucho mejor que hasta ahora.
Cuando te haces mayor el cuadrar horarios para poder tomar una taza de té se vuelve casi misión imposible, sobre todo cuando una de las dos partes está inmersa en la redacción de una tesis doctoral. Ainara lo sabe muy bien, pues lo sufre por partida doble: su pareja y su amiga. Ella ha estado ahí comprendiendo que los tiempos son los que son y que es mejor un par de mensajes de Telegram que el estar reprochando la escasez de tiempo. Es otra persona a la que tengo que agradecer su comprensión.
Hay quienes llegaron casi al final de este largo camino pedregoso. Juancar y Bego se reengancharon y, cada uno a su manera, me han acompañado, apoyado, empujado y soportado (lo reconozco, había momentos que había que soportarme). Pero siempre han estado ahí dispuestos a un café, a un mensaje, a un paseo...

Creo que no me dejo a nadie. Pero si es así, GRACIAS. Gracias por el cariño, la paciencia, la comprensión.

Gracias a María José, a Montse, a Marichu, a todo Generando Igualdad por cómo os portáis conmigo, porque nos tenemos que reunir para volver a hacer algo bonito y recordarnos que somos reinas. Os recuerdo que me debéis visita. Gracias por ser cómo sois, tan auténticas, tan generosas, tan cercanas y tan fuertes. Gracias por las conversaciones que intentan arreglar un mundo que está mal herido. Gracias por hacer una piña y estar. Eso es con lo que me quedo.

Este trabajo ha contribuido a que en las reuniones familiares y de amigos/as hablemos de igualdad, violencia de género, machismo, feminismo... 

La lucha continúa. Unidos/as seremos más fuertes.

Gracias
Rosa, esto va por ti. Para que te des cuenta que si se quiere y con ayuda, se puede. 

Y después, ¿qué?

Y después de defender la tesis, ¿qué vas a hacer? Yo creo que es la pregunta que más veces me han hecho (junto con la de: ¿ya tienes fecha?) y que ya contesto de manera mecánica.

Aunque ya hablaré del proceso de realizar una tesis doctoral (de momento no la he acabado, así que el proceso sigue su camino), en este momento, no sólo las personas de mi entorno y conocidas me preguntan qué voy a hacer después, sino que yo también lo hago.

La lista de cosas pendientes por hacer que tengo en mi agenda va aumentando sin piedad. Me doy cuenta que en casa tengo que hacer "tal cosa" y, como me llevará mucho tiempo, lo apunto "para después de la tesis". 

Lo más importante de todo que he dejado para después de la defensa es recuperar mi vida normal en cuanto a la salud. Noto un cansancio físico y mental. El mental me repercute en el físico y parezco una abuelilla con los achaques normales de la edad. Alguien me pregunta y ya empiezo a enumerar todo aquello que yo noto que está mal en mi cuerpo. Lo dicho: una abuela (con todo el respeto del mundo). 

Creo que todas las personas que han realizado una tesis el deseo más importante que quieren cumplir cuando la acaban es tener unos días de relax. Esos días de descanso de no tener que preocuparte en cumplir plazos, en escribir, en maquetar; poder dormir más tiempo sin tener que pensar en que no se llega a la entrega, sin pensar en cortar, modificar, rehacer... El poder volver a la rutina de antes de comenzar la tesis doctoral.

Pero... y después, de después, ¿qué? 

Pues en mi caso, realmente no lo sé. Tengo que reconocer que tenía muchas expectativas puestas en la tesis, pero ahora me surgen las dudas, las inseguridades (así soy yo) y no tengo claro para qué me va a servir. No hago otra cosa que repetirme que para determinados puestos de trabajo se necesita tener el doctorado, que me abrirá otras puertas distintas a las de ahora, pero... la inseguridad está ahí, acompañada de la incertidumbre.
En realidad he podido descubrir que me gusta la investigación, que soy más rata de biblioteca (y de PC) de lo que realmente me gustaría, que me encanta la sociología y hacer estudios, pero que me falta una base firme y segura. También he podido comprobar que me gusta compartir estos conocimientos y, para ello, la docencia me encanta, pero no la tradicional, sino aquella que conlleva más trabajo para la persona docente: vídeos, lecturas, trabajos, ejemplos... En definitiva, más implicación y más compartir conocimientos y saberes. Pero también he descubierto que "sólo sé que no sé nada". Un problema a la hora de defender la investigación, pero en estos cuatro años también se me han creado inseguridades por la forma de desarrollarse todo el proceso doctoral.

¿Qué pasará después con esta humilde ratilla de biblioteca? Pues realmente no lo sé. Sólo espero que se me dé la oportunidad de cumplir mis sueños, que algo de estabilidad llegue a mi vida y que pueda continuar compartiendo mis conocimientos con todas aquellas personas que me quieran escuchar. Tengo claro que merece luchar por conseguir tus sueños, que no hay que tirar la toalla aunque las circunstancias vengan adversas. Reconozco que muchas veces yo he tenido ganas de hacerlo, y más en el último año, pero con la edad (lo dicho, abuela total) me vuelvo más cabezona y si por cabezonería acabé mis estudios universitarios, una tesis doctoral tampoco va a poder conmigo.

Ahora hay que terminar, disfrutar de ese momento, de esa paz que te tiene que envolver cuando terminas la defensa (con independencia de la nota) y disfrutar después de la compañía de tus personas cercanas que lo han sufrido a su manera, pero lo han sufrido. Cuando llegue el futuro, ya me lo plantearé.




Y después, ¿qué?

Y después de defender la tesis, ¿qué vas a hacer? Yo creo que es la pregunta que más veces me han hecho (junto con la de: ¿ya tienes fecha?) y que ya contesto de manera mecánica.

Aunque ya hablaré del proceso de realizar una tesis doctoral (de momento no la he acabado, así que el proceso sigue su camino), en este momento, no sólo las personas de mi entorno y conocidas me preguntan qué voy a hacer después, sino que yo también lo hago.

La lista de cosas pendientes por hacer que tengo en mi agenda va aumentando sin piedad. Me doy cuenta que en casa tengo que hacer "tal cosa" y, como me llevará mucho tiempo, lo apunto "para después de la tesis". 

Lo más importante de todo que he dejado para después de la defensa es recuperar mi vida normal en cuanto a la salud. Noto un cansancio físico y mental. El mental me repercute en el físico y parezco una abuelilla con los achaques normales de la edad. Alguien me pregunta y ya empiezo a enumerar todo aquello que yo noto que está mal en mi cuerpo. Lo dicho: una abuela (con todo el respeto del mundo). 

Creo que todas las personas que han realizado una tesis el deseo más importante que quieren cumplir cuando la acaban es tener unos días de relax. Esos días de descanso de no tener que preocuparte en cumplir plazos, en escribir, en maquetar; poder dormir más tiempo sin tener que pensar en que no se llega a la entrega, sin pensar en cortar, modificar, rehacer... El poder volver a la rutina de antes de comenzar la tesis doctoral.

Pero... y después, de después, ¿qué? 

Pues en mi caso, realmente no lo sé. Tengo que reconocer que tenía muchas expectativas puestas en la tesis, pero ahora me surgen las dudas, las inseguridades (así soy yo) y no tengo claro para qué me va a servir. No hago otra cosa que repetirme que para determinados puestos de trabajo se necesita tener el doctorado, que me abrirá otras puertas distintas a las de ahora, pero... la inseguridad está ahí, acompañada de la incertidumbre.
En realidad he podido descubrir que me gusta la investigación, que soy más rata de biblioteca (y de PC) de lo que realmente me gustaría, que me encanta la sociología y hacer estudios, pero que me falta una base firme y segura. También he podido comprobar que me gusta compartir estos conocimientos y, para ello, la docencia me encanta, pero no la tradicional, sino aquella que conlleva más trabajo para la persona docente: vídeos, lecturas, trabajos, ejemplos... En definitiva, más implicación y más compartir conocimientos y saberes. Pero también he descubierto que "sólo sé que no sé nada". Un problema a la hora de defender la investigación, pero en estos cuatro años también se me han creado inseguridades por la forma de desarrollarse todo el proceso doctoral.

¿Qué pasará después con esta humilde ratilla de biblioteca? Pues realmente no lo sé. Sólo espero que se me dé la oportunidad de cumplir mis sueños, que algo de estabilidad llegue a mi vida y que pueda continuar compartiendo mis conocimientos con todas aquellas personas que me quieran escuchar. Tengo claro que merece luchar por conseguir tus sueños, que no hay que tirar la toalla aunque las circunstancias vengan adversas. Reconozco que muchas veces yo he tenido ganas de hacerlo, y más en el último año, pero con la edad (lo dicho, abuela total) me vuelvo más cabezona y si por cabezonería acabé mis estudios universitarios, una tesis doctoral tampoco va a poder conmigo.

Ahora hay que terminar, disfrutar de ese momento, de esa paz que te tiene que envolver cuando terminas la defensa (con independencia de la nota) y disfrutar después de la compañía de tus personas cercanas que lo han sufrido a su manera, pero lo han sufrido. Cuando llegue el futuro, ya me lo plantearé.