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Diario de una pandemia II

Hoy pueden comenzar a salir las/os peques, menores de 14 años, a la calle. Me acuerdo de mis sobris y me alegro por ellas, quienes son de culo inquieto y bastante bien lo han estado llevando.

Recuerdo las quejas de mi hermana por estar con dos en un piso, sin balcón ni terraza; y pienso que bastante bien están. 

Nosotras, como personas adultas, tratamos de sobrellevarlo, de gestionarlo; tenemos nuestros momentos de histeria, momentos en los que no nos aguantamos ni nosotras mismas... Pero tenemos a nuestro alcance, la mayoría de las veces, mecanismos y herramientas para tranquilizarnos y tratar de llevarlo lo mejor posible. Pero, entonces, me paro a pensar en estos seres de 5, 2 y 1 año, quienes se están formando emocional y personalmente y me pregunto qué pasará por sus cabezas.
Luego pienso en los dos jovenzuelos del piso de arriba y en cómo están aprovechando para jugar a la play, dando voces como si no hubiera mañana (ya lo hacían antes), en cómo es su relación con su padre y en cómo deben recibir a su madre cuando vuelve de trabajar en una residencia. En este caso, no creo que hayan cambiado mucho.

Algo nos tiene que hacer cambiar esto que estamos viviendo; en alguna forma nos tiene que afectar para mejorar, para no volver a cometer los mismos errores (por lo menos la inmensa mayoría de las personas, espero). Ya sabemos que algunos seres seguirán pensando que ellos son superiores y su nivel de inteligencia es más elevado que el de los demás. Pero el resto del mundo sabe que son unos solemnes "hijos de la fruta" que tienen el ego subido y que sus soluciones pasan por acciones y medidas ridículas.

¿En serio Trump pensaba que inyectando lejía se iba a solucionar todo? Pues que empiece él por ponerse una inyección de éstas. Un buen dirigente da ejemplo.

https://www.pagina12.com.ar/261854-trump-sugiere-inyectarles-desinfectante-a-los-enfermos

Seamos conscientes de que la Madre Tierra, el Universo, el Karma, los Dioses del Olimpo nos han mandado un toque de atención muy muy pero que muy fuerte para que empecemos a hacer las cosas de otra manera.

En Salamanca lleva lloviendo ya ni sé la cantidad de días. En todo este tiempo he pensado que la atmósfera está aprovechando para limpiarse, oxigenarse... Se está poniendo guapa en todos los sentidos. Y espero que cuando se acabe esta cuarentena, no nos dediquemos a tirar por la borda todo lo bueno que hemos conseguido.

A parte de ser conscientes de la necesidad de cuidar a la Madre Naturaleza, a la Madre Tierra, también tenemos que seguir reconociendo la labor de todas aquellas personas, y darle la importancia que se merece, que ahora se han estado dedicando en cuerpo y en alma a que salgamos de ésta: personal sanitario de todo tipo, personal de limpieza, personal de supermercados y tiendas, personal de las fuerzas y cuerpos de seguridad, personal de las telecomunicaciones... 
Habrá personas que aún sigan considerando que son la última pieza de la pirámide que compone la sociedad, pero tiene que haber alguien que les recuerde que, sin estas personas, la cosa podría haber ido mucho peor, que son muy valiosas, que son tremendamente necesarias.

Tampoco podemos olvidarnos de todo lo que compone la cultura y de todas las personas que lo hacen posible: autoras y autores, libreras y libreros, cuentacuentos o cuentistas, actrices y actores, producción teatral, TV y de cine, músicas y músicos, cantautores, etc. (porque se me olvida algo y alguien seguro). Sin la cultura nuestro tiempo de cuarentena se habría vuelto tedioso, nos habríamos vuelto más locas y locos, las horas no hubieran pasado. El mundo del titiritero/a es muy importante. Te hace ampliar la mente, tener otros conocimientos, disfrutar del tiempo, reflexionar, cuestionar...

Creo que no es el momento de reprochar. Quienes están ahí arriba lo han hecho lo mejor posible, con los recursos que se tenían... Creo que han tratado de sumar, a pesar de los obstáculos en el camino. 
Ahora no nos sirve de nada pensar en el pasado, tenemos que actuar en el presente para que el futuro sea mejor, un avance.

Me pone de los nervios todas aquellas personas que se consideran expertas de todo, pero en realidad lo son de nada. Dedícate a cuidarTE para cuidarNOS y deja de fastidiar.

Considero, metiéndome en un berenjenal político, que en pleno siglo XXI, tenemos una oposición que debería quedarse en su casa, sin cobrar ni un euro porque no ha hecho nada productivo en todos estos meses. 
Era el momento de arrimar el hombro, de ayudar, de colaborar, no de aprovechar para crear trols, hacer campaña política y meter mierda que luego, espero, aparezca en el felpudo de su casa. 
En mi humilde opinión, han actuado de forma rastrera, no sabiendo cuál era su sitio ni lo que tenían que hacer. 
La oposición tiene que ser constructiva, dar soluciones, medidas, tener iniciativas que sumen, nunca que resten y que obstaculicen.
Los egos y los ombligos deberían de haberse quedado guardados en el fondo de un bául, en un rincón de su casa, haberse puesto la ropa de trabajo y preguntar: ¿en qué puedo ayudar? (como dice el doctor Max Goodwin en la serie New Amsterdam). ¿Lo han hecho? 

Ya queda un día menos para que esto pase. Después, cuando podamos salir todo el mundo a la calle, con cautela, sin bajar la guardia, tenemos que seguir cuidándonos y tomando precauciones, porque la guerra aún no habrá terminado. Tocará volver a arrimar el hombro, seguir aplaudiendo, sonreír a las personas con las que nos crucemos y colaborar para que saquemos lo positivo de esto.

Diario de una pandemia II

Hoy pueden comenzar a salir las/os peques, menores de 14 años, a la calle. Me acuerdo de mis sobris y me alegro por ellas, quienes son de culo inquieto y bastante bien lo han estado llevando.

Recuerdo las quejas de mi hermana por estar con dos en un piso, sin balcón ni terraza; y pienso que bastante bien están. 

Nosotras, como personas adultas, tratamos de sobrellevarlo, de gestionarlo; tenemos nuestros momentos de histeria, momentos en los que no nos aguantamos ni nosotras mismas... Pero tenemos a nuestro alcance, la mayoría de las veces, mecanismos y herramientas para tranquilizarnos y tratar de llevarlo lo mejor posible. Pero, entonces, me paro a pensar en estos seres de 5, 2 y 1 año, quienes se están formando emocional y personalmente y me pregunto qué pasará por sus cabezas.
Luego pienso en los dos jovenzuelos del piso de arriba y en cómo están aprovechando para jugar a la play, dando voces como si no hubiera mañana (ya lo hacían antes), en cómo es su relación con su padre y en cómo deben recibir a su madre cuando vuelve de trabajar en una residencia. En este caso, no creo que hayan cambiado mucho.

Algo nos tiene que hacer cambiar esto que estamos viviendo; en alguna forma nos tiene que afectar para mejorar, para no volver a cometer los mismos errores (por lo menos la inmensa mayoría de las personas, espero). Ya sabemos que algunos seres seguirán pensando que ellos son superiores y su nivel de inteligencia es más elevado que el de los demás. Pero el resto del mundo sabe que son unos solemnes "hijos de la fruta" que tienen el ego subido y que sus soluciones pasan por acciones y medidas ridículas.

¿En serio Trump pensaba que inyectando lejía se iba a solucionar todo? Pues que empiece él por ponerse una inyección de éstas. Un buen dirigente da ejemplo.

https://www.pagina12.com.ar/261854-trump-sugiere-inyectarles-desinfectante-a-los-enfermos

Seamos conscientes de que la Madre Tierra, el Universo, el Karma, los Dioses del Olimpo nos han mandado un toque de atención muy muy pero que muy fuerte para que empecemos a hacer las cosas de otra manera.

En Salamanca lleva lloviendo ya ni sé la cantidad de días. En todo este tiempo he pensado que la atmósfera está aprovechando para limpiarse, oxigenarse... Se está poniendo guapa en todos los sentidos. Y espero que cuando se acabe esta cuarentena, no nos dediquemos a tirar por la borda todo lo bueno que hemos conseguido.

A parte de ser conscientes de la necesidad de cuidar a la Madre Naturaleza, a la Madre Tierra, también tenemos que seguir reconociendo la labor de todas aquellas personas, y darle la importancia que se merece, que ahora se han estado dedicando en cuerpo y en alma a que salgamos de ésta: personal sanitario de todo tipo, personal de limpieza, personal de supermercados y tiendas, personal de las fuerzas y cuerpos de seguridad, personal de las telecomunicaciones... 
Habrá personas que aún sigan considerando que son la última pieza de la pirámide que compone la sociedad, pero tiene que haber alguien que les recuerde que, sin estas personas, la cosa podría haber ido mucho peor, que son muy valiosas, que son tremendamente necesarias.

Tampoco podemos olvidarnos de todo lo que compone la cultura y de todas las personas que lo hacen posible: autoras y autores, libreras y libreros, cuentacuentos o cuentistas, actrices y actores, producción teatral, TV y de cine, músicas y músicos, cantautores, etc. (porque se me olvida algo y alguien seguro). Sin la cultura nuestro tiempo de cuarentena se habría vuelto tedioso, nos habríamos vuelto más locas y locos, las horas no hubieran pasado. El mundo del titiritero/a es muy importante. Te hace ampliar la mente, tener otros conocimientos, disfrutar del tiempo, reflexionar, cuestionar...

Creo que no es el momento de reprochar. Quienes están ahí arriba lo han hecho lo mejor posible, con los recursos que se tenían... Creo que han tratado de sumar, a pesar de los obstáculos en el camino. 
Ahora no nos sirve de nada pensar en el pasado, tenemos que actuar en el presente para que el futuro sea mejor, un avance.

Me pone de los nervios todas aquellas personas que se consideran expertas de todo, pero en realidad lo son de nada. Dedícate a cuidarTE para cuidarNOS y deja de fastidiar.

Considero, metiéndome en un berenjenal político, que en pleno siglo XXI, tenemos una oposición que debería quedarse en su casa, sin cobrar ni un euro porque no ha hecho nada productivo en todos estos meses. 
Era el momento de arrimar el hombro, de ayudar, de colaborar, no de aprovechar para crear trols, hacer campaña política y meter mierda que luego, espero, aparezca en el felpudo de su casa. 
En mi humilde opinión, han actuado de forma rastrera, no sabiendo cuál era su sitio ni lo que tenían que hacer. 
La oposición tiene que ser constructiva, dar soluciones, medidas, tener iniciativas que sumen, nunca que resten y que obstaculicen.
Los egos y los ombligos deberían de haberse quedado guardados en el fondo de un bául, en un rincón de su casa, haberse puesto la ropa de trabajo y preguntar: ¿en qué puedo ayudar? (como dice el doctor Max Goodwin en la serie New Amsterdam). ¿Lo han hecho? 

Ya queda un día menos para que esto pase. Después, cuando podamos salir todo el mundo a la calle, con cautela, sin bajar la guardia, tenemos que seguir cuidándonos y tomando precauciones, porque la guerra aún no habrá terminado. Tocará volver a arrimar el hombro, seguir aplaudiendo, sonreír a las personas con las que nos crucemos y colaborar para que saquemos lo positivo de esto.

Diario de una pandemia

Como ha escrito Marwan en su cuenta de Twitter/Instagram: "ya podemos decir que nos han robado el mes de abril".

El meme que circula por ahí que dice que en septiembre se celebrará la Semana Santa, la Feria de Abril, el Orgullo, etc. cada vez cobra más fuerza. Tendremos que añadir otras festividades como el Día del Padre, el Día de la Madre (para quienes no lo celebren en el Puente de la Inmaculada Constitución), el día de San Jordi o el día del Libro, la Feria del Libro; junto con cumpleaños de personas que lo hayan celebrado en la soledad del "confitamiento" (como dice otro buen amigo dramaturgo y actor). 

En Salamanca, también pospondremos la celebración de El Lunes de Aguas. Ya nos juntaremos, con el buen tiempo, en el campo, al aire libre, con familia y amistades para comer juntos el hornazo; este manjar tan típicamente charro. Dejando de lado, el origen de la celebración porque lo que nos interesa es el reunirnos en torno al "comercio y el bebercio", así, sin más.

Mi aislamiento por este bicho que nos está dando un tremendo toque de atención, comenzó más tarde que el de otras personas (incluidos mi hermana, mi hermano y sus respectivas familias). Cuando todo esto explosionó, yo salía una vez al día para dirigirme al hospital y hacer de cuidadora del ser más maravilloso que ha pisado esta tierra (cada cual dirá lo mismo de su abuela o su abuelo). Pero, eso sí, cuando terminaba mi turno hospitalario, rapidito a casa.

Alguien podría pensar que es una suerte haber podido salir de casa. Puede ser. Al menos algo de calle y, al final, de campo, lograba ver al día. Respirar aire puro nunca viene mal. Pero el pasar un turno de casi 8 horas en el hospital cuidando, pasando de estar de pie a la silla o el sillón, no es precisamente entretenido. Se hace largo, eterno... A nivel psicológico y emocional, te hace trizas. También hay que añadir el estado de la persona a la que cuidas. Yo, personalmente, caía rendida en la cama cuando no tenía turno de noche. Dormía plácidamente, cosa que no me ocurre ahora, cuando llevo más de 1 mes sin salir de casa.

El aislamiento, o "confitamiento", lo paso acompañada. Ésa es la suerte. Como me dijo un amigo: tengo con quien discutir. Mi acompañante se pasa la mayor parte del tiempo encerrada en su cueva particular, nos vemos en las comidas, eso sí, aunque no siempre. Todo depende del estado de ánimo que se tenga. Ahora las risas en nuestros momentos de locura, no las cambio por nada.

El vaivén emocional es bastante curioso. Empecé con motivación: podría hacer todo aquello que siempre posponía por falta de tiempo, por dar prioridad a otras cosas, por dejadez, por... Ahora no había excusa. Menos limpiar a conciencia toda la casa (siempre he sido la "oveja negra"), cualquier cosa. Aún sigo teniendo cosas pendientes que me impide realizar el tiempo lluvioso o la falta de material (chica poco previsora de una pandemia mundial).

Pues eso, que este confinamiento lo empecé relativamente bien. Estaba ocupada. Cursos, manualidades, tareas pendientes... Pero al final, el cambio de rutina ha hecho mella. De nada sirve el ejercicio en casa (quién me lo iba a decir a mí), las risas con mi compañera de vida, las películas, las series (de ayer, de hoy y de siempre), los libros... 
Ya no duermo tan plácidamente. Lloro día sí, día también. Hay días que me paso más tiempo con los ojos encharcados en lágrimas que con ellos secos. El ver las fotos de la familia; el no sentir abrazos, besos; las conversaciones sin mascarillas de por medio; tener miedo de salir a la calle; la preocupación por la gente a la que quieres; el no tener la libertad de movimiento que tantas veces no hemos valorado...

El primer pensamiento que me vino a la mente es la cárcel. En su momento, por una actividad de voluntariado, visité la cárcel de Topas (no se vale la broma fácil). Cuando salí, dije que una y no más.
Pero pienso que estamos en nuestra cárcel particular porque no tenemos libertad para movernos, para hacer otras cosas diferentes. 
Creo que hay que plantearse la reinsercición y la reeducación. Sinceramente lo digo.

Esta pandemia mundial nos está dando la oportunidad de cambiar nuestras prioridades, de modificar hábitos que nos vienen bien a nivel individual pero, también, a nivel global. Tenemos que cuidarNOS cada persona, para CUIDAR al resto, al Planeta, a nuestro entorno. Es por nuestro propio bien y por el futuro en el que estaremos o no. Pero tenemos que pensar que realizar algunos cambios en nuestro día a día, hará que tengamos un presente mejor.

De momento, tendremos que seguir en nuestra cárcel particular un par de semanas más. Pero pienso en que mis sobris, con mucho cuidado y responsabilidad por parte de sus madres y padres, podrán salir un poco a estirar las piernas, a correr, a tomar aire puro... Porque sí, volvemos a tener un aire más limpio en las ciudades.

¿No os da qué pensar?

Seguiremos informando.

Rozalén: "Aves enjauladas"



Diario de una pandemia

Como ha escrito Marwan en su cuenta de Twitter/Instagram: "ya podemos decir que nos han robado el mes de abril".

El meme que circula por ahí que dice que en septiembre se celebrará la Semana Santa, la Feria de Abril, el Orgullo, etc. cada vez cobra más fuerza. Tendremos que añadir otras festividades como el Día del Padre, el Día de la Madre (para quienes no lo celebren en el Puente de la Inmaculada Constitución), el día de San Jordi o el día del Libro, la Feria del Libro; junto con cumpleaños de personas que lo hayan celebrado en la soledad del "confitamiento" (como dice otro buen amigo dramaturgo y actor). 

En Salamanca, también pospondremos la celebración de El Lunes de Aguas. Ya nos juntaremos, con el buen tiempo, en el campo, al aire libre, con familia y amistades para comer juntos el hornazo; este manjar tan típicamente charro. Dejando de lado, el origen de la celebración porque lo que nos interesa es el reunirnos en torno al "comercio y el bebercio", así, sin más.

Mi aislamiento por este bicho que nos está dando un tremendo toque de atención, comenzó más tarde que el de otras personas (incluidos mi hermana, mi hermano y sus respectivas familias). Cuando todo esto explosionó, yo salía una vez al día para dirigirme al hospital y hacer de cuidadora del ser más maravilloso que ha pisado esta tierra (cada cual dirá lo mismo de su abuela o su abuelo). Pero, eso sí, cuando terminaba mi turno hospitalario, rapidito a casa.

Alguien podría pensar que es una suerte haber podido salir de casa. Puede ser. Al menos algo de calle y, al final, de campo, lograba ver al día. Respirar aire puro nunca viene mal. Pero el pasar un turno de casi 8 horas en el hospital cuidando, pasando de estar de pie a la silla o el sillón, no es precisamente entretenido. Se hace largo, eterno... A nivel psicológico y emocional, te hace trizas. También hay que añadir el estado de la persona a la que cuidas. Yo, personalmente, caía rendida en la cama cuando no tenía turno de noche. Dormía plácidamente, cosa que no me ocurre ahora, cuando llevo más de 1 mes sin salir de casa.

El aislamiento, o "confitamiento", lo paso acompañada. Ésa es la suerte. Como me dijo un amigo: tengo con quien discutir. Mi acompañante se pasa la mayor parte del tiempo encerrada en su cueva particular, nos vemos en las comidas, eso sí, aunque no siempre. Todo depende del estado de ánimo que se tenga. Ahora las risas en nuestros momentos de locura, no las cambio por nada.

El vaivén emocional es bastante curioso. Empecé con motivación: podría hacer todo aquello que siempre posponía por falta de tiempo, por dar prioridad a otras cosas, por dejadez, por... Ahora no había excusa. Menos limpiar a conciencia toda la casa (siempre he sido la "oveja negra"), cualquier cosa. Aún sigo teniendo cosas pendientes que me impide realizar el tiempo lluvioso o la falta de material (chica poco previsora de una pandemia mundial).

Pues eso, que este confinamiento lo empecé relativamente bien. Estaba ocupada. Cursos, manualidades, tareas pendientes... Pero al final, el cambio de rutina ha hecho mella. De nada sirve el ejercicio en casa (quién me lo iba a decir a mí), las risas con mi compañera de vida, las películas, las series (de ayer, de hoy y de siempre), los libros... 
Ya no duermo tan plácidamente. Lloro día sí, día también. Hay días que me paso más tiempo con los ojos encharcados en lágrimas que con ellos secos. El ver las fotos de la familia; el no sentir abrazos, besos; las conversaciones sin mascarillas de por medio; tener miedo de salir a la calle; la preocupación por la gente a la que quieres; el no tener la libertad de movimiento que tantas veces no hemos valorado...

El primer pensamiento que me vino a la mente es la cárcel. En su momento, por una actividad de voluntariado, visité la cárcel de Topas (no se vale la broma fácil). Cuando salí, dije que una y no más.
Pero pienso que estamos en nuestra cárcel particular porque no tenemos libertad para movernos, para hacer otras cosas diferentes. 
Creo que hay que plantearse la reinsercición y la reeducación. Sinceramente lo digo.

Esta pandemia mundial nos está dando la oportunidad de cambiar nuestras prioridades, de modificar hábitos que nos vienen bien a nivel individual pero, también, a nivel global. Tenemos que cuidarNOS cada persona, para CUIDAR al resto, al Planeta, a nuestro entorno. Es por nuestro propio bien y por el futuro en el que estaremos o no. Pero tenemos que pensar que realizar algunos cambios en nuestro día a día, hará que tengamos un presente mejor.

De momento, tendremos que seguir en nuestra cárcel particular un par de semanas más. Pero pienso en que mis sobris, con mucho cuidado y responsabilidad por parte de sus madres y padres, podrán salir un poco a estirar las piernas, a correr, a tomar aire puro... Porque sí, volvemos a tener un aire más limpio en las ciudades.

¿No os da qué pensar?

Seguiremos informando.

Rozalén: "Aves enjauladas"



Harry Potter y el COVID-19

En este aislamiento voluntario-obligatorio se ha establecido una norma no escrita en mi casa: película a la hora de la comida y serie a la hora de la cena. Es el único momento en el que encendemos la TV.

Sin una proposición clara, surgió la idea de ver toda la saga de Harry Potter, de la cual yo soy fan fan (de hecho hoy iniciaré la lectura, de nuevo, de los libros). Una película por día. Esto nos lleva a 7 mediodías-tardes con 2 horas largas ocupadas. 
Todo ello es más ameno, y lo ves desde otro punto de vista, si compartes casa con una estudiante de arte dramático, quien te desgrana las secuencias, la caracterización, la actuación,... Lo dicho, otro punto de vista totalmente distinto. (He creado un monstruo interpretativo y de análisis cinematográfico).


Y, claro, os preguntaréis: ¿Qué tiene que ver Harry Potter con la pandemia mundial que estamos viviendo?

Desde hace bastante tiempo, quizás desde que empecé con el estudio de la violencia de género y violencia sexual, todo lo miro con las gafas moradas, con perspectiva de género y feminista.

En estos días, viendo las películas me he dado cuenta que aunque sea Harry el protagonista de esta saga, de hecho los libros llevan su nombre, en realidad es un protagonismo compartido.

El chiquillo se empeña en auto-inmolarse continuamente, en hacer las cosas él solo para no dañar al resto, o si se provoca un daño, que sea el menor posible. Pero de lo que no se da cuenta, y creo que es uno de los mensajes que se transmiten en los libros-películas, es que las cosas acompañadas tienen mejor resultado, se llevan mejor y se hacen más rápido. Ya lo dice el refrán: "4 ojos ven más que 2".

Todas las personas unidas, con un único objetivo, lo conseguirán más rápidamente y tendrán mejores resultados que si se empeñan en hacerlo individualmente.

¿Qué sucede con el COVID-19?

Se trata de una llamada de atención a la población mundial. 

Pachamama nos está dando un toque de atención, perdonadme la expresión poco feminista, "cojonudo". Nos está devolviendo todo el mal que, como población, hemos ocasionado a Gaia durante tanto tiempo: hambruna, armas nucleares, guerras, cambio climático... Nos ha dado un tortazo a mano abierta para que nos pongamos las pilas y actuemos de forma conjunta, que nos lo tomemos en serio. Nos ha pillado por sorpresa y, estos países del Primer Mundo, tan inteligentes ellos, tan altivos se han dado de bruces con la realidad: no estaban preparados para este revés.

Han tardado, quizás, en reaccionar, pero lo han hecho y nos han pedido, únicamente, una cosa: #quédateencasa; como acto de solidaridad y apoyo a toda la humanidad. 

Nos creemos auto-inmunes, que no va con nosotros/as, pero sí va. Y nos damos cuenta que de forma individual no lo conseguiremos.

Empezamos a ser conscientes que, las medidas tomadas con anterioridad, aquellas que han atentado contra el Estado de Bienestar en el que vivíamos, nos pasan factura.

El COVID-19 nos está demostrando que quien realmente tiene la sartén por el mango para acabar con esto, es a quienes menos valor le han dado, a quienes más han vapuleado. La base de la pirámide es quien más importa y quien se está deslomando para cuidarnos, para protegernos y para sacarnos de ésta.

Quien tiene que demostrar que sabe organizar y coordinar, tiene que lidiar con aquellas personas que aprovechan la menor ocasión para tirar piedras contra su propio tejado, que se tienen que poner en manos de quienes han sido despreciadas/os por ellos/as. 

Paradojas de la vida.

Harry Potter podemos pensar que se sacrificó para matar a Voldemort (spoiler para quien no haya visto las películas), que lo hizo él solito, pues era su destino. Pero si observamos con detenimiento, al final fue a un "secundario" (Neville Longbottom) a quien se le apareció la espada de Gryffindor, con la que pudo acabar con el avatar del malo malísimo de Voldemort.

Lord Voldemort tenía un séquito de seguidores/as, no por respeto y por creencia ciega en sus propósitos, sino, en su mayoría, por miedo a las represalias. No olvidemos que era el mago más poderoso de la Tierra (o eso creía él).

Al final, ¿cómo se acabó con él? Fue un trabajo arduo, difícil y que causó varias bajas y muchos destrozos. Pero fue un trabajo en equipo unido bajo la varita de "el Elegido", pero en equipo. No lo olvidemos.

Esto es lo que nos tiene que quedar claro en esta lucha real que estamos viviendo ahora: si no trabajamos en equipo, si no dejamos de mirarnos el ombligo, si no seguimos las indicaciones legales y auténticas de quienes de saben, tardaremos mucho en acabar con este virus que ha venido para llamarnos la atención y para que cambiemos el modo de hacer las cosas.

Que las salidas al balcón o ventana a las 20.00 para aplaudir y agradecer la labor de tantas y tantas personas que están poniendo en riesgo su vida no caigan en el olvido cuando todo esto acabe. Porque acabará. Retomaremos nuestra vida con "normalidad", volveremos a nuestros quehaceres. Pero no podemos olvidar estas semanas de aislamiento, no podemos olvidar el miedo, el corazón encogido, el alma desgarrada al leer y escuchar historias de personas que han sufrido la peor parte, de quienes nos han cuidado y han mantenido las calles, los hospitales limpios, de quienes han velado por nuestra seguridad y porque se cumplan las normas en este estado de alarma...

No olvidemos las palabras de Eduardo Galeano: mucha gente pequeña, en lugares pequeño, haciendo cosas pequeñas, pueden cambiar el mundo. 

No seamos personas altivas que miran por encima del hombro, porque no sabes de quién puedes necesitar ayuda, colaboración. 

Valoremos las caricias, los abrazos, los besos, los versos, las conversaciones de tú a tú, las miradas... de todas aquellas personas que comparten nuestro día a día. Valoremos lo que realmente tenemos que valorar. 


Cuidemos a Pachamama. Cuidémonos.


Harry Potter y el COVID-19

En este aislamiento voluntario-obligatorio se ha establecido una norma no escrita en mi casa: película a la hora de la comida y serie a la hora de la cena. Es el único momento en el que encendemos la TV.

Sin una proposición clara, surgió la idea de ver toda la saga de Harry Potter, de la cual yo soy fan fan (de hecho hoy iniciaré la lectura, de nuevo, de los libros). Una película por día. Esto nos lleva a 7 mediodías-tardes con 2 horas largas ocupadas. 
Todo ello es más ameno, y lo ves desde otro punto de vista, si compartes casa con una estudiante de arte dramático, quien te desgrana las secuencias, la caracterización, la actuación,... Lo dicho, otro punto de vista totalmente distinto. (He creado un monstruo interpretativo y de análisis cinematográfico).


Y, claro, os preguntaréis: ¿Qué tiene que ver Harry Potter con la pandemia mundial que estamos viviendo?

Desde hace bastante tiempo, quizás desde que empecé con el estudio de la violencia de género y violencia sexual, todo lo miro con las gafas moradas, con perspectiva de género y feminista.

En estos días, viendo las películas me he dado cuenta que aunque sea Harry el protagonista de esta saga, de hecho los libros llevan su nombre, en realidad es un protagonismo compartido.

El chiquillo se empeña en auto-inmolarse continuamente, en hacer las cosas él solo para no dañar al resto, o si se provoca un daño, que sea el menor posible. Pero de lo que no se da cuenta, y creo que es uno de los mensajes que se transmiten en los libros-películas, es que las cosas acompañadas tienen mejor resultado, se llevan mejor y se hacen más rápido. Ya lo dice el refrán: "4 ojos ven más que 2".

Todas las personas unidas, con un único objetivo, lo conseguirán más rápidamente y tendrán mejores resultados que si se empeñan en hacerlo individualmente.

¿Qué sucede con el COVID-19?

Se trata de una llamada de atención a la población mundial. 

Pachamama nos está dando un toque de atención, perdonadme la expresión poco feminista, "cojonudo". Nos está devolviendo todo el mal que, como población, hemos ocasionado a Gaia durante tanto tiempo: hambruna, armas nucleares, guerras, cambio climático... Nos ha dado un tortazo a mano abierta para que nos pongamos las pilas y actuemos de forma conjunta, que nos lo tomemos en serio. Nos ha pillado por sorpresa y, estos países del Primer Mundo, tan inteligentes ellos, tan altivos se han dado de bruces con la realidad: no estaban preparados para este revés.

Han tardado, quizás, en reaccionar, pero lo han hecho y nos han pedido, únicamente, una cosa: #quédateencasa; como acto de solidaridad y apoyo a toda la humanidad. 

Nos creemos auto-inmunes, que no va con nosotros/as, pero sí va. Y nos damos cuenta que de forma individual no lo conseguiremos.

Empezamos a ser conscientes que, las medidas tomadas con anterioridad, aquellas que han atentado contra el Estado de Bienestar en el que vivíamos, nos pasan factura.

El COVID-19 nos está demostrando que quien realmente tiene la sartén por el mango para acabar con esto, es a quienes menos valor le han dado, a quienes más han vapuleado. La base de la pirámide es quien más importa y quien se está deslomando para cuidarnos, para protegernos y para sacarnos de ésta.

Quien tiene que demostrar que sabe organizar y coordinar, tiene que lidiar con aquellas personas que aprovechan la menor ocasión para tirar piedras contra su propio tejado, que se tienen que poner en manos de quienes han sido despreciadas/os por ellos/as. 

Paradojas de la vida.

Harry Potter podemos pensar que se sacrificó para matar a Voldemort (spoiler para quien no haya visto las películas), que lo hizo él solito, pues era su destino. Pero si observamos con detenimiento, al final fue a un "secundario" (Neville Longbottom) a quien se le apareció la espada de Gryffindor, con la que pudo acabar con el avatar del malo malísimo de Voldemort.

Lord Voldemort tenía un séquito de seguidores/as, no por respeto y por creencia ciega en sus propósitos, sino, en su mayoría, por miedo a las represalias. No olvidemos que era el mago más poderoso de la Tierra (o eso creía él).

Al final, ¿cómo se acabó con él? Fue un trabajo arduo, difícil y que causó varias bajas y muchos destrozos. Pero fue un trabajo en equipo unido bajo la varita de "el Elegido", pero en equipo. No lo olvidemos.

Esto es lo que nos tiene que quedar claro en esta lucha real que estamos viviendo ahora: si no trabajamos en equipo, si no dejamos de mirarnos el ombligo, si no seguimos las indicaciones legales y auténticas de quienes de saben, tardaremos mucho en acabar con este virus que ha venido para llamarnos la atención y para que cambiemos el modo de hacer las cosas.

Que las salidas al balcón o ventana a las 20.00 para aplaudir y agradecer la labor de tantas y tantas personas que están poniendo en riesgo su vida no caigan en el olvido cuando todo esto acabe. Porque acabará. Retomaremos nuestra vida con "normalidad", volveremos a nuestros quehaceres. Pero no podemos olvidar estas semanas de aislamiento, no podemos olvidar el miedo, el corazón encogido, el alma desgarrada al leer y escuchar historias de personas que han sufrido la peor parte, de quienes nos han cuidado y han mantenido las calles, los hospitales limpios, de quienes han velado por nuestra seguridad y porque se cumplan las normas en este estado de alarma...

No olvidemos las palabras de Eduardo Galeano: mucha gente pequeña, en lugares pequeño, haciendo cosas pequeñas, pueden cambiar el mundo. 

No seamos personas altivas que miran por encima del hombro, porque no sabes de quién puedes necesitar ayuda, colaboración. 

Valoremos las caricias, los abrazos, los besos, los versos, las conversaciones de tú a tú, las miradas... de todas aquellas personas que comparten nuestro día a día. Valoremos lo que realmente tenemos que valorar. 


Cuidemos a Pachamama. Cuidémonos.


25N

Esta semana se celebra el día 25 (viernes), el día internacional contra la violencia de género o la violencia contra la mujer.

En Salamanca, los actos "conmemorativos" comenzaron el pasado jueves 17 con la presentación del libro "No resignación", editado por el Ayuntamiento de Salamanca y donde se reúnen poetisas y poetas de todo el mundo por la no violencia contra la mujer.

No soy yo de mucha poesía, pero en el acto tuve la suerte de escuchar algunos de estos poemas en la voz de poetisas y poetas españoles y la verdad es que se me pusieron los pelos de punta. Además, el acto contó con un pequeño concierto de un trío que puso música a poemas de autores conocidos. La sensibilidad y la emoción a flor de piel.


En esta semana se sucederán los actos en la calle, en los medios de comunicación se harán reportajes algo más extensos, se emitirán programas dedicados a este problema social, podremos ver en la TV, oír en la radio y leer campañas contra la violencia de género pidiendo a las mujeres que denuncien, como si la denuncia fuese la solución a todos sus problemas. Pero como hablaba con una profesora universitaria esta mañana: esto no se puede quedar en un día, sino que tiene que ser una constante. Y como con este tema, con otros tantos.

Yo comenzaré el miércoles con una charla-taller en la Fundación de Secretariado Gitano de Salamanca. El jueves participaré en una mesa redonda en la Universidad de Salamanca y finalizaré el viernes con un acto organizado por el Ayuntamiento de esta localidad: obra de teatro en El Liceo, lectura de manifiesto y performance.

Y después de estos días, ¿qué?

En el siguiente vídeo os dejo unos consejos prácticos que nos da la bloguera Isasaweis orientados a aquellas mujeres que tienen que ocultar un ojo morado. No os lo perdáis, no tiene desperdicio. No lo cortéis, lo mejor, viene al final.




BUENA NUEVA
"Perdónalos porque no saben lo que hacen" (Evangelio de Lucas, 23,34)

No le digas a nadie tu nombre verdadero.
Escóndete, reniega de tu origen,
no vuelvas la cabeza.
Tu mundo se acabó ¿era tu mundo?
Sal a la luz. Hay luz, es clara y tibia.
Deja que la sonrisa te visite de nuevo.
Haz con el miedo el último gazpacho
y bebe a tu salud.
Pero no le perdones, por sí sabe lo que hace.

Poema de Enrique García Trinidad. En el libro "No resignación".

25N

Esta semana se celebra el día 25 (viernes), el día internacional contra la violencia de género o la violencia contra la mujer.

En Salamanca, los actos "conmemorativos" comenzaron el pasado jueves 17 con la presentación del libro "No resignación", editado por el Ayuntamiento de Salamanca y donde se reúnen poetisas y poetas de todo el mundo por la no violencia contra la mujer.

No soy yo de mucha poesía, pero en el acto tuve la suerte de escuchar algunos de estos poemas en la voz de poetisas y poetas españoles y la verdad es que se me pusieron los pelos de punta. Además, el acto contó con un pequeño concierto de un trío que puso música a poemas de autores conocidos. La sensibilidad y la emoción a flor de piel.


En esta semana se sucederán los actos en la calle, en los medios de comunicación se harán reportajes algo más extensos, se emitirán programas dedicados a este problema social, podremos ver en la TV, oír en la radio y leer campañas contra la violencia de género pidiendo a las mujeres que denuncien, como si la denuncia fuese la solución a todos sus problemas. Pero como hablaba con una profesora universitaria esta mañana: esto no se puede quedar en un día, sino que tiene que ser una constante. Y como con este tema, con otros tantos.

Yo comenzaré el miércoles con una charla-taller en la Fundación de Secretariado Gitano de Salamanca. El jueves participaré en una mesa redonda en la Universidad de Salamanca y finalizaré el viernes con un acto organizado por el Ayuntamiento de esta localidad: obra de teatro en El Liceo, lectura de manifiesto y performance.

Y después de estos días, ¿qué?

En el siguiente vídeo os dejo unos consejos prácticos que nos da la bloguera Isasaweis orientados a aquellas mujeres que tienen que ocultar un ojo morado. No os lo perdáis, no tiene desperdicio. No lo cortéis, lo mejor, viene al final.




BUENA NUEVA
"Perdónalos porque no saben lo que hacen" (Evangelio de Lucas, 23,34)

No le digas a nadie tu nombre verdadero.
Escóndete, reniega de tu origen,
no vuelvas la cabeza.
Tu mundo se acabó ¿era tu mundo?
Sal a la luz. Hay luz, es clara y tibia.
Deja que la sonrisa te visite de nuevo.
Haz con el miedo el último gazpacho
y bebe a tu salud.
Pero no le perdones, por sí sabe lo que hace.

Poema de Enrique García Trinidad. En el libro "No resignación".

Va de celebraciones


Este post es consecuencia de una boda.

Con toda la ilusión estamos preparando pequeños detalles para la pareja. Esas cositas que pretenden sacarte una sonrisa y que los recuerdes en cualquier momento como algo entrañable, bonito y feliz. Esos detalles que te tele-transportan a ese día mágico, especial, nostálgico, divertido,... que compartiste con tus seres queridos y en el que disfrutaste en cuanto se dejaron los nervios atrás.

Este post va dedicado a Él, aunque lo más seguro es que no lo lea (ni tampoco su "aledaña") porque "se cansa" de mis publicaciones :-). Está dedicado a ese joven que parece que ha perdido la ilusión por la vida y por todo lo que le rodea.

El viernes, en otra celebración, me comentaban que un médico-psiquiatra no veía apropiado para un hombre de 41 años determinada vestimenta, que llevara melena y que, en ese momento, se decantara por cuentos infantiles como lectura, pues "no era adecuado para su edad". El diagnóstico: síndrome de Peter Pan. Su Wendy reía sarcásticamente al recordarlo.

En esta sociedad es bastante habitual poner etiquetas que, en la mayoría de los casos, no nos definen realmente y que, desafortunadamente, nos creemos a pies juntillas, condicionándonos nuestra forma de ser, de sentir, de pensar y de actuar.

Considero que hay pocas cosas que son correspondientes a distintas etapas de la vida. Hay pequeñajos que aprenden antes a andar que otros, niñas que leen con soltura antes que otras, adolescentes que lo son más tardíamente y las hormonas se rebelan con mayor estruendo, traumas que salen en la edad adulta o que no salen nunca... Cada persona es un mundo. Un mundo loco y divertido que no necesita más etiquetas que las de la ropa (enormes, por cierto).

Hay "etiquetas" que han ido cambiando con el paso de los años. Hay tradiciones que han evolucionado y que se transforman. ¿Desde cuándo es tradición que las novias se casen de blanco? ¿Por qué nos resulta tan extraño, y a veces se considera una falta de respeto, que un novio acuda a su boda sin corbata? ¿Por qué nos sorprendemos cuando la novia "pone un poco de color" en su vestido, saltándose las normas del decoro, la decencia y la tradición (pensarían algunas personas? ¿Por qué cuando alguien se muere es obligatorio guardar el luto durante tanto tiempo? Cada uno llora la pérdida de una manera. ¿Por qué si no sigo las "normas" se me pone la etiqueta de "insensible", "irrespetuso" etc.?

Hay personas que mueren en vida. Hay personas que no disfrutan de la vida ante una pérdida a pesar de la juventud. No se dan cuenta que lo importante es celebrar las buenas cosas que nos da la vida. Que hay que disfrutar de los momentos, del aquí y ahora. Ya vendrán tiempos tristes que nos hagan tambalear y nos desestabilicen, pero no debemos permitirnos caer, y, si lo hacemos, nos levantamos rápidamente y vemos el lado positivo. Porque siempre hay un lado positivo detrás de la negrura del momento. Lo sé por experiencia propia.

Hay millones de razones por las que sonreír y celebrar el paso de los años, por ejemplo. 

Conozco a gente que se irrita cuando le hablan de su cumpleaños y de celebrarlo. No se dan cuenta lo importante que es cumplir años. Eso significa que has vivido, que has aprendido, que has tenido oportunidades, que has tomado decisiones, mejores o peores, pero lo has hecho y has llevado las riendas de tu vida. La experiencia se adquiere con el paso del tiempo, con los acontecimientos que se suceden en tu vida.
Es cierto que eso significa hacerte más viejo/a, que salgan arrugas (pero, ¿y lo bonito que es verlas y que te recuerden que las tienes por sonreír? y ya si recuerdas el motivo de tu risa, ni te cuento), que el pelo se tiña de forma natural, sin gastar un euro, que tengas achaques o que te cueste hacer determinadas cosas. Pero también es cierto que, con el paso de los años, aprendes a hacer otras cosas que, en la juventud, era difícil que lograras realizar.

¿Y cuando compartes tu vida con alguien? Es precioso poder hacerlo día a día con ella. Disfrutas de tus propias alegrías y de las alegrías de la otra persona con la que tienes un proyecto común que poco a poco vais consiguiendo, generando nuevas alegrías y nuevos motivos por los que sonreír y celebrar.
Siempre hay que celebrar. No hay que olvidarlo.

Y existen ocasiones en que esa felicidad, esa alegría, ese positivismo lo quieres compartir con más gente, con aquella que forma parte de tu vida. Porque, poco a poco, las personas se van liando en su propia vida, van poniendo excusas, trabas, impedimentos y olvidan lo bonito que es juntarse, sin motivo aparente, y celebrar. 

Un café. Una comida. Una cena. Una sesión de cine. Un paseo por la ciudad. Una ruta por la montaña. Un fin de semana rural... Simplemente juntarse, hablar y celebrar.

Celebrar una fiesta por estar vivos, por la vida, por el presente, por el futuro y por las cosas que hemos aprendido. Celebrar la vida, el amor y lo que tenga que venir.

Este post es consecuencia de una boda.

Eso es lo que pienso yo que es una boda. Un momento de celebración y de compartir con la gente a la que quieres, y con la que se nos olvida hacerlo, la felicidad y el amor. La felicidad por encontrar a una persona con la que compartir una vida y un proyecto. No una persona que te complemente, porque ya eres un ser completo, sino una persona que te hace mejor, que te ayuda en los momentos difíciles y es capaz de sacarte una sonrisa. Una persona a la que mirar y sonreír, una persona con la que la vida sea fácil a pesar de las dificultades que aparezcan, una persona con la que ir construyendo poco a poco una "casa" común donde celebrar e invitar, donde reír, donde ser feliz, donde llorar y aprender.

Nos tenemos que recordar, porque se nos olvida fácilmente, que tenemos que decidir, porque está en nuestras manos, ser felices.