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GRACIAS. Esto ha llegado a su fin

Hace justo una semana estaba pasando el hecho más importante en mi vida académica: La defensa de la tesis.

Cuatro años de trabajo de estudio, de redacción, de investigación, de conversación, de desesperación, de desilusión, de ganas de arrojar la toalla, de... Cuatro años que llegaron a su fin, a pesar de que no estaba (ni estoy) satisfecha con el trabajo final, pero sí con lo conseguido y, sobre todo, con el último año y medio.

En este post voy a tratar de dar las GRACIAS a todas las personas que han estado ahí y que no he podido mencionar en mi tesis o en la exposición como realmente me gustaría. Había que ser políticamente correcta, en esta ocasión sí.

En primer lugar, tengo que agradecer a MIS PADRES su apoyo, en todos los sentidos imaginables y más, y compañía incondicional. En muchas ocasiones me he acordado de mi madre por animarme a iniciarme en esto del doctorado. Yo me las creía felices y que todo iba a ser muy fácil, pero la realidad fue otra totalmente diferente. Sarcásticamente le reí la gracia a la idea que había tenido mi bendita madre de que hiciera el doctorado. No veía el final, sólo obstáculos y pedruscos. Pero el final llegó.
Ver a mi padre emocionado y nervioso no tiene precio. Soy tan sensiblona como él, qué se le va a hacer, orgullo de hija. El pobrecito mío me ha visto sufrir lo indecible, viajar (ya lo veía como algo habitual), hablar de dinero (anda que no cuesta el doctorado), de problemas y encontronazos, de la alegría de haber descubierto un ángel que me enderezó el camino y me guió en los últimos tiempo.
Gracias a mi madre y a mi padre estoy donde estoy y soy como soy.
Mi HERMANA y mi HERMANO también se han mantenido en la sombra, apoyándome en silencio, comprendiendo lo que a veces era incomprensible, animándome para que no decayera y tirara la toalla, no echándome en cara el no estar cuando me han necesitado o empujándome a marchar para que desconectara de Salamanca, hija, familia y pudiera respirar para volver con más energía. Este triunfo también es suyo. Las recompensas también las recogerán ella y él.

¿Qué decir de quien se ha mantenido a mi lado en silencio y en la sombra? Amílcar es mi amigo, mi hermano, mi corrector ortográfico y mi diseñador gráfico particular. No tendré vida suficiente para agradecerle todo lo que ha hecho. Ha acudido a mi llamada a pesar del cansancio (que me ocultaba a veces), para ayudarme a maquetar, editar, diseñar... Se ha leído todo el texto buscando errores para que quedara perfecto (al final no lo hemos conseguido, pero es que la perfección no existe). Sorprendida de que fuese capaz de leer el documento ¡dos veces! No tengo palabras de agradecimiento que expresen lo que ha significado, significa y significará.
Mis estancias en Madrid, como digo en los agradecimientos de la tesis, no hubiesen sido posibles sin mis tíos. Siempre con una sonrisa, con una cama acogedora, con una predisposición para ayudar. Mi tío me ha guiado por los pasillos del Congreso de los Diputados para mostrarme los entresijos de ese edificio y a las personas que han colaborado en las entrevistas. Además, nos hemos recorrido algunos barrios de Madrid para que pudiera conocer el trabajo diario de los agentes de policía (sólo me he entrevistado con hombres, qué se le va a hacer), lo cual me ha servido para tener una visión más clara y amplia del trabajo que realiza el CNP.

Alguien quiso que en el camino me topase, casi por casualidad, con quien ha sido mi ángel de la guarda durante 1 año y medio largo. Soledad ha sido capaz de ilusionarme otra vez cuando ya había perdido la ilusión por terminar, de darme fuerzas cuando me faltaban, de darme ánimos, de ser lo suficientemente dura cuando era necesario, de tirarme de las orejas si era preciso, pero también ha sido, es y será un referente como mujer y como profesional. Creo que tampoco le agradeceré nunca todo lo que ha hecho por mí sin saberlo.

Raquel Luengo ha sido otro de los motores en este camino del Doctorado. Como he dicho, se alió, sin saberlo, con mi madre, para empujarme a iniciar este camino que concluí el lunes 27 de noviembre. En consecuencia, participó activamente en mi investigación teniendo la "suerte" y el "honor" de iniciar las entrevistas a profesionales. Porque ella es una gran profesional que se implica, que es responsable, que tiene empatía, fuerza, tacto y que trata de ayudar en la medida de sus posibilidades. Nos uníamos para arreglar el mundo, en esos momentos que teníamos de bajón individual que compartíamos, y nos íbamos para casa con otra cara y con otro espíritu.

Mis amistades más cercanas han sufrido mi lejanía y mi no disponibilidad. Mi compañera de fatigas, Teresa, no sólo ha tenido que soportar la distancia en km que nos separa, sino también mis ausencias estando en la misma ciudad, viajes no realizados para vernos y largos mensajes por Telegram contándonos las noticias más importantes que no nos podíamos decir en persona. Ahora recuperaremos el tiempo.
Mi compi chancletero, Ángel, me ha ayudado a pesar de que él también está súper liado en todo momento. El poder compartir con él momentos en nuestra Pandilla Chancleta ha hecho que no pierda la cordura. Siempre con el café dispuesto, con su cuaderno/libreta, con las risas para desestresar. Ahora estamos los dos al mismo nivel de implicación y de esto tiene que salir algo mucho mejor que hasta ahora.
Cuando te haces mayor el cuadrar horarios para poder tomar una taza de té se vuelve casi misión imposible, sobre todo cuando una de las dos partes está inmersa en la redacción de una tesis doctoral. Ainara lo sabe muy bien, pues lo sufre por partida doble: su pareja y su amiga. Ella ha estado ahí comprendiendo que los tiempos son los que son y que es mejor un par de mensajes de Telegram que el estar reprochando la escasez de tiempo. Es otra persona a la que tengo que agradecer su comprensión.
Hay quienes llegaron casi al final de este largo camino pedregoso. Juancar y Bego se reengancharon y, cada uno a su manera, me han acompañado, apoyado, empujado y soportado (lo reconozco, había momentos que había que soportarme). Pero siempre han estado ahí dispuestos a un café, a un mensaje, a un paseo...

Creo que no me dejo a nadie. Pero si es así, GRACIAS. Gracias por el cariño, la paciencia, la comprensión.

Gracias a María José, a Montse, a Marichu, a todo Generando Igualdad por cómo os portáis conmigo, porque nos tenemos que reunir para volver a hacer algo bonito y recordarnos que somos reinas. Os recuerdo que me debéis visita. Gracias por ser cómo sois, tan auténticas, tan generosas, tan cercanas y tan fuertes. Gracias por las conversaciones que intentan arreglar un mundo que está mal herido. Gracias por hacer una piña y estar. Eso es con lo que me quedo.

Este trabajo ha contribuido a que en las reuniones familiares y de amigos/as hablemos de igualdad, violencia de género, machismo, feminismo... 

La lucha continúa. Unidos/as seremos más fuertes.

Gracias
Rosa, esto va por ti. Para que te des cuenta que si se quiere y con ayuda, se puede. 

GRACIAS. Esto ha llegado a su fin

Hace justo una semana estaba pasando el hecho más importante en mi vida académica: La defensa de la tesis.

Cuatro años de trabajo de estudio, de redacción, de investigación, de conversación, de desesperación, de desilusión, de ganas de arrojar la toalla, de... Cuatro años que llegaron a su fin, a pesar de que no estaba (ni estoy) satisfecha con el trabajo final, pero sí con lo conseguido y, sobre todo, con el último año y medio.

En este post voy a tratar de dar las GRACIAS a todas las personas que han estado ahí y que no he podido mencionar en mi tesis o en la exposición como realmente me gustaría. Había que ser políticamente correcta, en esta ocasión sí.

En primer lugar, tengo que agradecer a MIS PADRES su apoyo, en todos los sentidos imaginables y más, y compañía incondicional. En muchas ocasiones me he acordado de mi madre por animarme a iniciarme en esto del doctorado. Yo me las creía felices y que todo iba a ser muy fácil, pero la realidad fue otra totalmente diferente. Sarcásticamente le reí la gracia a la idea que había tenido mi bendita madre de que hiciera el doctorado. No veía el final, sólo obstáculos y pedruscos. Pero el final llegó.
Ver a mi padre emocionado y nervioso no tiene precio. Soy tan sensiblona como él, qué se le va a hacer, orgullo de hija. El pobrecito mío me ha visto sufrir lo indecible, viajar (ya lo veía como algo habitual), hablar de dinero (anda que no cuesta el doctorado), de problemas y encontronazos, de la alegría de haber descubierto un ángel que me enderezó el camino y me guió en los últimos tiempo.
Gracias a mi madre y a mi padre estoy donde estoy y soy como soy.
Mi HERMANA y mi HERMANO también se han mantenido en la sombra, apoyándome en silencio, comprendiendo lo que a veces era incomprensible, animándome para que no decayera y tirara la toalla, no echándome en cara el no estar cuando me han necesitado o empujándome a marchar para que desconectara de Salamanca, hija, familia y pudiera respirar para volver con más energía. Este triunfo también es suyo. Las recompensas también las recogerán ella y él.

¿Qué decir de quien se ha mantenido a mi lado en silencio y en la sombra? Amílcar es mi amigo, mi hermano, mi corrector ortográfico y mi diseñador gráfico particular. No tendré vida suficiente para agradecerle todo lo que ha hecho. Ha acudido a mi llamada a pesar del cansancio (que me ocultaba a veces), para ayudarme a maquetar, editar, diseñar... Se ha leído todo el texto buscando errores para que quedara perfecto (al final no lo hemos conseguido, pero es que la perfección no existe). Sorprendida de que fuese capaz de leer el documento ¡dos veces! No tengo palabras de agradecimiento que expresen lo que ha significado, significa y significará.
Mis estancias en Madrid, como digo en los agradecimientos de la tesis, no hubiesen sido posibles sin mis tíos. Siempre con una sonrisa, con una cama acogedora, con una predisposición para ayudar. Mi tío me ha guiado por los pasillos del Congreso de los Diputados para mostrarme los entresijos de ese edificio y a las personas que han colaborado en las entrevistas. Además, nos hemos recorrido algunos barrios de Madrid para que pudiera conocer el trabajo diario de los agentes de policía (sólo me he entrevistado con hombres, qué se le va a hacer), lo cual me ha servido para tener una visión más clara y amplia del trabajo que realiza el CNP.

Alguien quiso que en el camino me topase, casi por casualidad, con quien ha sido mi ángel de la guarda durante 1 año y medio largo. Soledad ha sido capaz de ilusionarme otra vez cuando ya había perdido la ilusión por terminar, de darme fuerzas cuando me faltaban, de darme ánimos, de ser lo suficientemente dura cuando era necesario, de tirarme de las orejas si era preciso, pero también ha sido, es y será un referente como mujer y como profesional. Creo que tampoco le agradeceré nunca todo lo que ha hecho por mí sin saberlo.

Raquel Luengo ha sido otro de los motores en este camino del Doctorado. Como he dicho, se alió, sin saberlo, con mi madre, para empujarme a iniciar este camino que concluí el lunes 27 de noviembre. En consecuencia, participó activamente en mi investigación teniendo la "suerte" y el "honor" de iniciar las entrevistas a profesionales. Porque ella es una gran profesional que se implica, que es responsable, que tiene empatía, fuerza, tacto y que trata de ayudar en la medida de sus posibilidades. Nos uníamos para arreglar el mundo, en esos momentos que teníamos de bajón individual que compartíamos, y nos íbamos para casa con otra cara y con otro espíritu.

Mis amistades más cercanas han sufrido mi lejanía y mi no disponibilidad. Mi compañera de fatigas, Teresa, no sólo ha tenido que soportar la distancia en km que nos separa, sino también mis ausencias estando en la misma ciudad, viajes no realizados para vernos y largos mensajes por Telegram contándonos las noticias más importantes que no nos podíamos decir en persona. Ahora recuperaremos el tiempo.
Mi compi chancletero, Ángel, me ha ayudado a pesar de que él también está súper liado en todo momento. El poder compartir con él momentos en nuestra Pandilla Chancleta ha hecho que no pierda la cordura. Siempre con el café dispuesto, con su cuaderno/libreta, con las risas para desestresar. Ahora estamos los dos al mismo nivel de implicación y de esto tiene que salir algo mucho mejor que hasta ahora.
Cuando te haces mayor el cuadrar horarios para poder tomar una taza de té se vuelve casi misión imposible, sobre todo cuando una de las dos partes está inmersa en la redacción de una tesis doctoral. Ainara lo sabe muy bien, pues lo sufre por partida doble: su pareja y su amiga. Ella ha estado ahí comprendiendo que los tiempos son los que son y que es mejor un par de mensajes de Telegram que el estar reprochando la escasez de tiempo. Es otra persona a la que tengo que agradecer su comprensión.
Hay quienes llegaron casi al final de este largo camino pedregoso. Juancar y Bego se reengancharon y, cada uno a su manera, me han acompañado, apoyado, empujado y soportado (lo reconozco, había momentos que había que soportarme). Pero siempre han estado ahí dispuestos a un café, a un mensaje, a un paseo...

Creo que no me dejo a nadie. Pero si es así, GRACIAS. Gracias por el cariño, la paciencia, la comprensión.

Gracias a María José, a Montse, a Marichu, a todo Generando Igualdad por cómo os portáis conmigo, porque nos tenemos que reunir para volver a hacer algo bonito y recordarnos que somos reinas. Os recuerdo que me debéis visita. Gracias por ser cómo sois, tan auténticas, tan generosas, tan cercanas y tan fuertes. Gracias por las conversaciones que intentan arreglar un mundo que está mal herido. Gracias por hacer una piña y estar. Eso es con lo que me quedo.

Este trabajo ha contribuido a que en las reuniones familiares y de amigos/as hablemos de igualdad, violencia de género, machismo, feminismo... 

La lucha continúa. Unidos/as seremos más fuertes.

Gracias
Rosa, esto va por ti. Para que te des cuenta que si se quiere y con ayuda, se puede. 

Last Christmas


Se acerca el final de la Navidad. La verdad que lo que desde hace unos años me gusta más de estas fechas es el "lío" de ayudar a los Reyes Magos con los regalos, escribir la carta, esconder, envolver, "picar" al personal, etc.

Este año es algo diferente, la verdad. Nos falta una persona. Se ha echado de menos el salir pitando para verla en "su casa" y su regañina porque no la íbamos a ver más a menudo. Lo cierto es que lo llevo pensando desde dos semanas antes de que comenzase toda esta algarabía de la Navidad. Falta algo.

Pero también son diferentes porque hay que cuidar a otra persona que cada vez va decayendo más. Trabajamos la paciencia, la mano izquierda, el aguante... y todo lo maquillamos con el amor que sentimos por ella. Está, pero no está. Y, aunque se hace duro, siempre hay que tener una sonrisa dispuesta y esconder el dolor que se reflejan en los ojos y que sientes en el corazón.

Pero no todo son penas. Hay una pequeña alegría que corretea, que te come a besos, que te pedí las cosas "por fis" y que corre al regazo de la "bi" para que la proteja y no la riñan. Con su sonrisa te desarma y te inunda de luz. Pero ya, cuando se junta con "su tata", un halo mágico rodea todo el entorno y, por unos segundos, las penas se olvidan.

Las siguientes navidades volverán a ser distintas. Ni mejores ni peores, como éstas, simplemente diferentes. Porque nosotros habremos cambiado algo, porque quizás tengamos menos ganas de celebrar, aunque tengamos más motivos, porque los años nos puedan o porque dejemos que las tristezas, aunque menos, venzan a las alegrías.

Es el momento de hacer balance. Llegamos al final de un recorrido y tendremos que elegir por dónde continuar, tenemos que decidir si dejamos que prime lo negativo o lo positivo. En nuestra mano está.




Last Christmas


Se acerca el final de la Navidad. La verdad que lo que desde hace unos años me gusta más de estas fechas es el "lío" de ayudar a los Reyes Magos con los regalos, escribir la carta, esconder, envolver, "picar" al personal, etc.

Este año es algo diferente, la verdad. Nos falta una persona. Se ha echado de menos el salir pitando para verla en "su casa" y su regañina porque no la íbamos a ver más a menudo. Lo cierto es que lo llevo pensando desde dos semanas antes de que comenzase toda esta algarabía de la Navidad. Falta algo.

Pero también son diferentes porque hay que cuidar a otra persona que cada vez va decayendo más. Trabajamos la paciencia, la mano izquierda, el aguante... y todo lo maquillamos con el amor que sentimos por ella. Está, pero no está. Y, aunque se hace duro, siempre hay que tener una sonrisa dispuesta y esconder el dolor que se reflejan en los ojos y que sientes en el corazón.

Pero no todo son penas. Hay una pequeña alegría que corretea, que te come a besos, que te pedí las cosas "por fis" y que corre al regazo de la "bi" para que la proteja y no la riñan. Con su sonrisa te desarma y te inunda de luz. Pero ya, cuando se junta con "su tata", un halo mágico rodea todo el entorno y, por unos segundos, las penas se olvidan.

Las siguientes navidades volverán a ser distintas. Ni mejores ni peores, como éstas, simplemente diferentes. Porque nosotros habremos cambiado algo, porque quizás tengamos menos ganas de celebrar, aunque tengamos más motivos, porque los años nos puedan o porque dejemos que las tristezas, aunque menos, venzan a las alegrías.

Es el momento de hacer balance. Llegamos al final de un recorrido y tendremos que elegir por dónde continuar, tenemos que decidir si dejamos que prime lo negativo o lo positivo. En nuestra mano está.




Va de celebraciones


Este post es consecuencia de una boda.

Con toda la ilusión estamos preparando pequeños detalles para la pareja. Esas cositas que pretenden sacarte una sonrisa y que los recuerdes en cualquier momento como algo entrañable, bonito y feliz. Esos detalles que te tele-transportan a ese día mágico, especial, nostálgico, divertido,... que compartiste con tus seres queridos y en el que disfrutaste en cuanto se dejaron los nervios atrás.

Este post va dedicado a Él, aunque lo más seguro es que no lo lea (ni tampoco su "aledaña") porque "se cansa" de mis publicaciones :-). Está dedicado a ese joven que parece que ha perdido la ilusión por la vida y por todo lo que le rodea.

El viernes, en otra celebración, me comentaban que un médico-psiquiatra no veía apropiado para un hombre de 41 años determinada vestimenta, que llevara melena y que, en ese momento, se decantara por cuentos infantiles como lectura, pues "no era adecuado para su edad". El diagnóstico: síndrome de Peter Pan. Su Wendy reía sarcásticamente al recordarlo.

En esta sociedad es bastante habitual poner etiquetas que, en la mayoría de los casos, no nos definen realmente y que, desafortunadamente, nos creemos a pies juntillas, condicionándonos nuestra forma de ser, de sentir, de pensar y de actuar.

Considero que hay pocas cosas que son correspondientes a distintas etapas de la vida. Hay pequeñajos que aprenden antes a andar que otros, niñas que leen con soltura antes que otras, adolescentes que lo son más tardíamente y las hormonas se rebelan con mayor estruendo, traumas que salen en la edad adulta o que no salen nunca... Cada persona es un mundo. Un mundo loco y divertido que no necesita más etiquetas que las de la ropa (enormes, por cierto).

Hay "etiquetas" que han ido cambiando con el paso de los años. Hay tradiciones que han evolucionado y que se transforman. ¿Desde cuándo es tradición que las novias se casen de blanco? ¿Por qué nos resulta tan extraño, y a veces se considera una falta de respeto, que un novio acuda a su boda sin corbata? ¿Por qué nos sorprendemos cuando la novia "pone un poco de color" en su vestido, saltándose las normas del decoro, la decencia y la tradición (pensarían algunas personas? ¿Por qué cuando alguien se muere es obligatorio guardar el luto durante tanto tiempo? Cada uno llora la pérdida de una manera. ¿Por qué si no sigo las "normas" se me pone la etiqueta de "insensible", "irrespetuso" etc.?

Hay personas que mueren en vida. Hay personas que no disfrutan de la vida ante una pérdida a pesar de la juventud. No se dan cuenta que lo importante es celebrar las buenas cosas que nos da la vida. Que hay que disfrutar de los momentos, del aquí y ahora. Ya vendrán tiempos tristes que nos hagan tambalear y nos desestabilicen, pero no debemos permitirnos caer, y, si lo hacemos, nos levantamos rápidamente y vemos el lado positivo. Porque siempre hay un lado positivo detrás de la negrura del momento. Lo sé por experiencia propia.

Hay millones de razones por las que sonreír y celebrar el paso de los años, por ejemplo. 

Conozco a gente que se irrita cuando le hablan de su cumpleaños y de celebrarlo. No se dan cuenta lo importante que es cumplir años. Eso significa que has vivido, que has aprendido, que has tenido oportunidades, que has tomado decisiones, mejores o peores, pero lo has hecho y has llevado las riendas de tu vida. La experiencia se adquiere con el paso del tiempo, con los acontecimientos que se suceden en tu vida.
Es cierto que eso significa hacerte más viejo/a, que salgan arrugas (pero, ¿y lo bonito que es verlas y que te recuerden que las tienes por sonreír? y ya si recuerdas el motivo de tu risa, ni te cuento), que el pelo se tiña de forma natural, sin gastar un euro, que tengas achaques o que te cueste hacer determinadas cosas. Pero también es cierto que, con el paso de los años, aprendes a hacer otras cosas que, en la juventud, era difícil que lograras realizar.

¿Y cuando compartes tu vida con alguien? Es precioso poder hacerlo día a día con ella. Disfrutas de tus propias alegrías y de las alegrías de la otra persona con la que tienes un proyecto común que poco a poco vais consiguiendo, generando nuevas alegrías y nuevos motivos por los que sonreír y celebrar.
Siempre hay que celebrar. No hay que olvidarlo.

Y existen ocasiones en que esa felicidad, esa alegría, ese positivismo lo quieres compartir con más gente, con aquella que forma parte de tu vida. Porque, poco a poco, las personas se van liando en su propia vida, van poniendo excusas, trabas, impedimentos y olvidan lo bonito que es juntarse, sin motivo aparente, y celebrar. 

Un café. Una comida. Una cena. Una sesión de cine. Un paseo por la ciudad. Una ruta por la montaña. Un fin de semana rural... Simplemente juntarse, hablar y celebrar.

Celebrar una fiesta por estar vivos, por la vida, por el presente, por el futuro y por las cosas que hemos aprendido. Celebrar la vida, el amor y lo que tenga que venir.

Este post es consecuencia de una boda.

Eso es lo que pienso yo que es una boda. Un momento de celebración y de compartir con la gente a la que quieres, y con la que se nos olvida hacerlo, la felicidad y el amor. La felicidad por encontrar a una persona con la que compartir una vida y un proyecto. No una persona que te complemente, porque ya eres un ser completo, sino una persona que te hace mejor, que te ayuda en los momentos difíciles y es capaz de sacarte una sonrisa. Una persona a la que mirar y sonreír, una persona con la que la vida sea fácil a pesar de las dificultades que aparezcan, una persona con la que ir construyendo poco a poco una "casa" común donde celebrar e invitar, donde reír, donde ser feliz, donde llorar y aprender.

Nos tenemos que recordar, porque se nos olvida fácilmente, que tenemos que decidir, porque está en nuestras manos, ser felices.




Va de celebraciones


Este post es consecuencia de una boda.

Con toda la ilusión estamos preparando pequeños detalles para la pareja. Esas cositas que pretenden sacarte una sonrisa y que los recuerdes en cualquier momento como algo entrañable, bonito y feliz. Esos detalles que te tele-transportan a ese día mágico, especial, nostálgico, divertido,... que compartiste con tus seres queridos y en el que disfrutaste en cuanto se dejaron los nervios atrás.

Este post va dedicado a Él, aunque lo más seguro es que no lo lea (ni tampoco su "aledaña") porque "se cansa" de mis publicaciones :-). Está dedicado a ese joven que parece que ha perdido la ilusión por la vida y por todo lo que le rodea.

El viernes, en otra celebración, me comentaban que un médico-psiquiatra no veía apropiado para un hombre de 41 años determinada vestimenta, que llevara melena y que, en ese momento, se decantara por cuentos infantiles como lectura, pues "no era adecuado para su edad". El diagnóstico: síndrome de Peter Pan. Su Wendy reía sarcásticamente al recordarlo.

En esta sociedad es bastante habitual poner etiquetas que, en la mayoría de los casos, no nos definen realmente y que, desafortunadamente, nos creemos a pies juntillas, condicionándonos nuestra forma de ser, de sentir, de pensar y de actuar.

Considero que hay pocas cosas que son correspondientes a distintas etapas de la vida. Hay pequeñajos que aprenden antes a andar que otros, niñas que leen con soltura antes que otras, adolescentes que lo son más tardíamente y las hormonas se rebelan con mayor estruendo, traumas que salen en la edad adulta o que no salen nunca... Cada persona es un mundo. Un mundo loco y divertido que no necesita más etiquetas que las de la ropa (enormes, por cierto).

Hay "etiquetas" que han ido cambiando con el paso de los años. Hay tradiciones que han evolucionado y que se transforman. ¿Desde cuándo es tradición que las novias se casen de blanco? ¿Por qué nos resulta tan extraño, y a veces se considera una falta de respeto, que un novio acuda a su boda sin corbata? ¿Por qué nos sorprendemos cuando la novia "pone un poco de color" en su vestido, saltándose las normas del decoro, la decencia y la tradición (pensarían algunas personas? ¿Por qué cuando alguien se muere es obligatorio guardar el luto durante tanto tiempo? Cada uno llora la pérdida de una manera. ¿Por qué si no sigo las "normas" se me pone la etiqueta de "insensible", "irrespetuso" etc.?

Hay personas que mueren en vida. Hay personas que no disfrutan de la vida ante una pérdida a pesar de la juventud. No se dan cuenta que lo importante es celebrar las buenas cosas que nos da la vida. Que hay que disfrutar de los momentos, del aquí y ahora. Ya vendrán tiempos tristes que nos hagan tambalear y nos desestabilicen, pero no debemos permitirnos caer, y, si lo hacemos, nos levantamos rápidamente y vemos el lado positivo. Porque siempre hay un lado positivo detrás de la negrura del momento. Lo sé por experiencia propia.

Hay millones de razones por las que sonreír y celebrar el paso de los años, por ejemplo. 

Conozco a gente que se irrita cuando le hablan de su cumpleaños y de celebrarlo. No se dan cuenta lo importante que es cumplir años. Eso significa que has vivido, que has aprendido, que has tenido oportunidades, que has tomado decisiones, mejores o peores, pero lo has hecho y has llevado las riendas de tu vida. La experiencia se adquiere con el paso del tiempo, con los acontecimientos que se suceden en tu vida.
Es cierto que eso significa hacerte más viejo/a, que salgan arrugas (pero, ¿y lo bonito que es verlas y que te recuerden que las tienes por sonreír? y ya si recuerdas el motivo de tu risa, ni te cuento), que el pelo se tiña de forma natural, sin gastar un euro, que tengas achaques o que te cueste hacer determinadas cosas. Pero también es cierto que, con el paso de los años, aprendes a hacer otras cosas que, en la juventud, era difícil que lograras realizar.

¿Y cuando compartes tu vida con alguien? Es precioso poder hacerlo día a día con ella. Disfrutas de tus propias alegrías y de las alegrías de la otra persona con la que tienes un proyecto común que poco a poco vais consiguiendo, generando nuevas alegrías y nuevos motivos por los que sonreír y celebrar.
Siempre hay que celebrar. No hay que olvidarlo.

Y existen ocasiones en que esa felicidad, esa alegría, ese positivismo lo quieres compartir con más gente, con aquella que forma parte de tu vida. Porque, poco a poco, las personas se van liando en su propia vida, van poniendo excusas, trabas, impedimentos y olvidan lo bonito que es juntarse, sin motivo aparente, y celebrar. 

Un café. Una comida. Una cena. Una sesión de cine. Un paseo por la ciudad. Una ruta por la montaña. Un fin de semana rural... Simplemente juntarse, hablar y celebrar.

Celebrar una fiesta por estar vivos, por la vida, por el presente, por el futuro y por las cosas que hemos aprendido. Celebrar la vida, el amor y lo que tenga que venir.

Este post es consecuencia de una boda.

Eso es lo que pienso yo que es una boda. Un momento de celebración y de compartir con la gente a la que quieres, y con la que se nos olvida hacerlo, la felicidad y el amor. La felicidad por encontrar a una persona con la que compartir una vida y un proyecto. No una persona que te complemente, porque ya eres un ser completo, sino una persona que te hace mejor, que te ayuda en los momentos difíciles y es capaz de sacarte una sonrisa. Una persona a la que mirar y sonreír, una persona con la que la vida sea fácil a pesar de las dificultades que aparezcan, una persona con la que ir construyendo poco a poco una "casa" común donde celebrar e invitar, donde reír, donde ser feliz, donde llorar y aprender.

Nos tenemos que recordar, porque se nos olvida fácilmente, que tenemos que decidir, porque está en nuestras manos, ser felices.




La fiesta


En el mes de diciembre tuve la suerte de disfrutar de una pequeña obra de microteatro en La Malhablada (calle Meléndez, Salamanca). Obra escrita y protagonizada por Roberto García Encinas, un gran dramaturgo, director de teatro, profesor y, quiero pensar, que un amigo en ciernes.
Él me dijo en su momento: "Tienes que venir a verla, estoy seguro que te gustará". Y se equivocó. No me gustó, me encantó, me conmovió, me removió por dentro tanto...
Es una obra de teatro que da un giro inesperado, que te mantiene en tensión, que te estremece, que te deja petrificada, pero, al final, te arranca un aplauso eterno, emotivo, emocionado y sincero.
No voy a contar su contenido porque espero que se pueda volver a ver pronto y que sea un proyecto que se desarrolle porque realmente se lo merece.
No perdáis la oportunidad de visitar La Malhablada y de ver las obras que escriba y/o protagonice Roberto, porque merece la pena de verdad.

La fiesta


En el mes de diciembre tuve la suerte de disfrutar de una pequeña obra de microteatro en La Malhablada (calle Meléndez, Salamanca). Obra escrita y protagonizada por Roberto García Encinas, un gran dramaturgo, director de teatro, profesor y, quiero pensar, que un amigo en ciernes.
Él me dijo en su momento: "Tienes que venir a verla, estoy seguro que te gustará". Y se equivocó. No me gustó, me encantó, me conmovió, me removió por dentro tanto...
Es una obra de teatro que da un giro inesperado, que te mantiene en tensión, que te estremece, que te deja petrificada, pero, al final, te arranca un aplauso eterno, emotivo, emocionado y sincero.
No voy a contar su contenido porque espero que se pueda volver a ver pronto y que sea un proyecto que se desarrolle porque realmente se lo merece.
No perdáis la oportunidad de visitar La Malhablada y de ver las obras que escriba y/o protagonice Roberto, porque merece la pena de verdad.