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Los coletazos del #8M

Dibujo cortesía de Feminista Ilustrada


El 8 de marzo de 2018 será recordado durante mucho tiempo. Esperemos que salga en los libros de texto en el futuro como el ejemplo de una movilización global que unió, sobre todo, a mujeres en su diversidad, pero que también aglutinó a hombres que gritaban por la igualdad. 

Tengo que decir que, para mí, fue un día diferente y terminé muy emocionada. Reconozco que era escéptica con la respuesta que daría mi ciudad, Salamanca, a la llamada a manifestarnos. Recordaba que en el 2017 el recorrido fue tranquilo y tuvo una duración de unos 30 minutos más o menos. Quizás las de siempre, con la sorpresa de algún hombre.


Tuve que tragarme de nuevo mis pensamientos y mi escepticismo porque la respuesta de Salamanca me dejó sin palabras. 


Mujeres de todas las edades: niñas, jóvenes, más adultas... Hombres apoyando a sus amigas, mujeres, novias, hermanas... Hombres jóvenes gritando: "luego diréis que somos 5 ó 6" al lado de sus compañeras de estudio. Mujeres, posiblemente jubiladas, que se encaramaban a bancos de piedra o púlpitos improvisados para observar, emocionadas, la marea de gente que bajaba por la calle sin tener la posibilidad de ver el final, pero tampoco el principio. Nadie imaginaba que la respuesta fuera a ser tal. Nadie alcanzaba a imaginar que, sin querer tal vez, tantas personas nos pusiéramos de acuerdo para tomar las calles de forma pacífica en tantas partes de España, y del mundo. 
Dibujo cortesía de Lola Vendetta

Le plantamos cara al machismo de una forma calmada y sosegada. Nada que ver con la imagen que quieren vender algunas personas cuando nos llaman "feminazis" o cuando usan el argumento de que las feministas lo que quieren es escalar hasta una posición por encima del hombre.

El 8 de marzo demostramos que no es así. Mostramos al mundo entero que, realmente, si nosotras queremos, se para el mundo, porque también contamos en esta sociedad, también nos tienen que escuchar, también tienen que valorar con nuestra opinión. 

Y, ¿ahora qué pasa? Pues lo que pasa es que tenemos que seguir luchando, gritando y trabajando para que poco a poco esta sociedad siga cambiando; para que nuestras hijas se encuentren un lugar sin tantos obstáculos y nuestros hijos sepan respetar a las mujeres como seres iguales.

Algo ha cambiado. Hemos dado argumentos más que de sobra para que se den cuenta que los cimientos del machismo los estamos haciendo tambalear.

¿Te unes? ¿Nos ayudas a seguir cambiando la sociedad?




Los coletazos del #8M

Dibujo cortesía de Feminista Ilustrada


El 8 de marzo de 2018 será recordado durante mucho tiempo. Esperemos que salga en los libros de texto en el futuro como el ejemplo de una movilización global que unió, sobre todo, a mujeres en su diversidad, pero que también aglutinó a hombres que gritaban por la igualdad. 

Tengo que decir que, para mí, fue un día diferente y terminé muy emocionada. Reconozco que era escéptica con la respuesta que daría mi ciudad, Salamanca, a la llamada a manifestarnos. Recordaba que en el 2017 el recorrido fue tranquilo y tuvo una duración de unos 30 minutos más o menos. Quizás las de siempre, con la sorpresa de algún hombre.


Tuve que tragarme de nuevo mis pensamientos y mi escepticismo porque la respuesta de Salamanca me dejó sin palabras. 


Mujeres de todas las edades: niñas, jóvenes, más adultas... Hombres apoyando a sus amigas, mujeres, novias, hermanas... Hombres jóvenes gritando: "luego diréis que somos 5 ó 6" al lado de sus compañeras de estudio. Mujeres, posiblemente jubiladas, que se encaramaban a bancos de piedra o púlpitos improvisados para observar, emocionadas, la marea de gente que bajaba por la calle sin tener la posibilidad de ver el final, pero tampoco el principio. Nadie imaginaba que la respuesta fuera a ser tal. Nadie alcanzaba a imaginar que, sin querer tal vez, tantas personas nos pusiéramos de acuerdo para tomar las calles de forma pacífica en tantas partes de España, y del mundo. 
Dibujo cortesía de Lola Vendetta

Le plantamos cara al machismo de una forma calmada y sosegada. Nada que ver con la imagen que quieren vender algunas personas cuando nos llaman "feminazis" o cuando usan el argumento de que las feministas lo que quieren es escalar hasta una posición por encima del hombre.

El 8 de marzo demostramos que no es así. Mostramos al mundo entero que, realmente, si nosotras queremos, se para el mundo, porque también contamos en esta sociedad, también nos tienen que escuchar, también tienen que valorar con nuestra opinión. 

Y, ¿ahora qué pasa? Pues lo que pasa es que tenemos que seguir luchando, gritando y trabajando para que poco a poco esta sociedad siga cambiando; para que nuestras hijas se encuentren un lugar sin tantos obstáculos y nuestros hijos sepan respetar a las mujeres como seres iguales.

Algo ha cambiado. Hemos dado argumentos más que de sobra para que se den cuenta que los cimientos del machismo los estamos haciendo tambalear.

¿Te unes? ¿Nos ayudas a seguir cambiando la sociedad?




Lo femenino molesta

La semana pasada ha sido bastante movida.

La #huelgafeminista del 8 de marzo ya se está preparando, y de ella se habla y se escribe en las redes sociales. Nos instan a las mujeres a que paremos para que la sociedad, y el mundo entero, pues es una huelga a nivel mundial, se den cuenta que sin nosotras el mundo se para. Nada de las tareas de cuidado, de las tareas domésticas, de ir a comprar, de consumir... Sigue el ejemplo de la huelga ocurrida en Islandia el 24 de octubre de 1975. En ese día, el 90% de las mujeres del país estaban en huelga.



Algo así se quiere que sucede este año 2018. El año que se ha declarado el feminista por excelencia.

Pero todo lo relacionado con el feminismo y con las reivindicaciones de las mujeres molesta e incomoda. Hablo en el mundo en general, pero también en España en particular.

En algunos programas de televisión se sientan a hablar sobre abusos sexuales y la brecha salarial entre hombres y mujeres a personas (hombres en el 99% de los casos) que son machistas confesos y que la palabra feminismo y todo lo que ello conlleva les provoca urticaria. Personas (soy benévola, lo sé) que estiman que la mujer tiene que seguir limpiando en casa y coserse la boca porque ella no entiende de nada y su inteligencia es insuficiente para hablar en público. Aquellas que osan acudir a un plató de televisión porque tienen conocimientos suficientes de un tema, en muchas casos vetado para ellas, son insultadas mediante calificativos que hacen mención a su belleza, a su estado físico o a su orientación sexual.

Pero no hace falta ver la televisión para darse cuenta que el machismo, en sus diferentes modalidades, sigue haciendo de las suyas y sigue trabajando para que sus privilegios se sigan manteniendo, en lugar de compartir espacio y dinero con las mujeres. 

En centros educativos es habitual escuchar frases del tipo: "aumentan los casos de violencia de género entre adolescentes porque están sobre-informados"; "ya está la pesada de turno hablando sobre igualdad y la mujer"; "las mujeres cobran menos porque Dios hizo a los hombres más fuertes"; "el feminismo es lo contrario que el machismo"; "las feminazis sois unas pesadas".

Esto me lo cuentan y lo vivo yo en muchos de los institutos a los que acudo para hacer talleres sobre igualdad y violencia de género.

Esta semana ha estado movidita porque a Irene Montero se le ha ocurrido emplear la palabra "portavoza" en un intento, o eso quiero pensar, de visibilizar a las mujeres en los entornos políticos. 

Que digo yo, desde mi ignorancia e incultura, que no es necesario marear tanto la perdiz. Que está muy bien poner "el y la" antes de una palabra, sin necesidad de este circo mediático. Estoy a favor del lenguaje inclusivo y no sexista, de visibilizar porque aquello que no se nombra no existe (ya lo digo en un capítulo de mi tesis), pero ya me cansa todo este circo político y, repito, mediático, en los que todos y todas se suman, porque es lo que "mola" ahora y es "cool", a esto del feminismo. Apoyo totalmente las palabras que mi compañera y amiga Montse, de Generando Igualdad, ha escrito en su perfil de Facebook y en el blog de la asociación. Las suscribo totalmente. En el siguiente enlace las podréis leer:


Cansa tanto postureo, tanto discurso fácil para subirse al carro, tantas palabras bonitas que no van seguidas de hechos tangibles y de lucha prolongada en el tiempo. Cansa que den "por culo" (perdón por la expresión) a las personas, hombres y mujeres, pero sobre todo estas últimas, de a pie que desde su humilde posición y con recursos cada vez más escasos, siguen luchando por la igualdad entre sexos para desterrar, de una vez por todas, los roles y los estereotipos de género, el machismo, la desigualdad y la discriminación que tanto mal hace a las mujeres y, en consecuencia, a la sociedad en general.

No ponemos el grito en el cielo cuando la RAE estudia incluir la palabra "folla-amigo/a" o cuando establece que está admitido decir tanto "albóndiga" como "almóndiga", aunque en mis oídos "almóndiga" chirríe tanto como una puerta que necesita 3 en 1. 
Pero sí nos escandalizamos porque, en su momento, Bibiana Aído dijo "miembras", pero vemos de lo más normal las abreviaturas en los mensajes en el móvil; nos molestamos porque no sintetizamos el lenguaje cuando decimos en los discursos "todas y todos", "señoras y señores"; en la universidad, levantamos la mano ante las faltas de ortografía del conjunto de estudiantes porque luego ponen recursos y los órganos superiores les dan la razón porque no se les examina de gramática, sino de los conocimientos adquiridos sobre la asignatura. Pero que Irene Montero use el término "inventado" de "portavozas" nos hace rasgarnos las vestiduras.

Como pregunta el profesor Octavio Salazar en su cuenta de Twitter: 
No perdamos el norte. Ésta es otra estratagema más, del llamado por Miguel Lorente Acosta, "posmachismo" para desestabilizar los cimientos de esta lucha limpia que abanderamos las mujeres, acompañadas y apoyadas por algunos hombres, para lograr que nos reconozcan el sitio que merecemos al lado de la otra mitad de la población mundial.

El argumento que usan muchas personas es el insulto y las descalificaciones, como dice Nuria Varela, porque no tienen otro argumento sostenible para ir en contra del feminismo.

Porque el feminismo te hace pensar, te hace plantear que las cosas que vivías hasta ahora dejan a una parte de la población, a tus compañeras, en una posición desigual porque tú, hombre, tienes más derechos y privilegios que ellas.

Claro que molesta, incomoda y cuesta dejar una posición privilegiada para bajar escalones. Por supuesto. Pero que te quedes en tu pedestal no te hace mejor persona, sino que acrecienta la idea de que "todo vale en el amor y en la guerra" y que "el fin justifica los medios".

Si fuese al revés, si las posiciones discriminatorias y desigualitarias las viviesen los hombres, en el campo que sea, no escucharíamos otras cosas que sus voces, sus gritos y sus quejas.

Mi profesora de Derecho Canónico, más o menos, decía que para desarmar al enemigo hay que conocerlo en profundidad. 

Por ello animo a todas las personas que consideran que el feminismo es algo malo, que todas las feministas quieren la superioridad de la mujer por encima del hombre, etc., que estudien en profundidad las ideas que fomenta este movimiento social y político abanderado por mujeres de todas las culturas, etnias, nacionalidades, orientaciones sexuales, etc. 

Quizás después, una vez estudiado y analizado, se cambien de bando y luchen a nuestro lado.



Lo femenino molesta

La semana pasada ha sido bastante movida.

La #huelgafeminista del 8 de marzo ya se está preparando, y de ella se habla y se escribe en las redes sociales. Nos instan a las mujeres a que paremos para que la sociedad, y el mundo entero, pues es una huelga a nivel mundial, se den cuenta que sin nosotras el mundo se para. Nada de las tareas de cuidado, de las tareas domésticas, de ir a comprar, de consumir... Sigue el ejemplo de la huelga ocurrida en Islandia el 24 de octubre de 1975. En ese día, el 90% de las mujeres del país estaban en huelga.



Algo así se quiere que sucede este año 2018. El año que se ha declarado el feminista por excelencia.

Pero todo lo relacionado con el feminismo y con las reivindicaciones de las mujeres molesta e incomoda. Hablo en el mundo en general, pero también en España en particular.

En algunos programas de televisión se sientan a hablar sobre abusos sexuales y la brecha salarial entre hombres y mujeres a personas (hombres en el 99% de los casos) que son machistas confesos y que la palabra feminismo y todo lo que ello conlleva les provoca urticaria. Personas (soy benévola, lo sé) que estiman que la mujer tiene que seguir limpiando en casa y coserse la boca porque ella no entiende de nada y su inteligencia es insuficiente para hablar en público. Aquellas que osan acudir a un plató de televisión porque tienen conocimientos suficientes de un tema, en muchas casos vetado para ellas, son insultadas mediante calificativos que hacen mención a su belleza, a su estado físico o a su orientación sexual.

Pero no hace falta ver la televisión para darse cuenta que el machismo, en sus diferentes modalidades, sigue haciendo de las suyas y sigue trabajando para que sus privilegios se sigan manteniendo, en lugar de compartir espacio y dinero con las mujeres. 

En centros educativos es habitual escuchar frases del tipo: "aumentan los casos de violencia de género entre adolescentes porque están sobre-informados"; "ya está la pesada de turno hablando sobre igualdad y la mujer"; "las mujeres cobran menos porque Dios hizo a los hombres más fuertes"; "el feminismo es lo contrario que el machismo"; "las feminazis sois unas pesadas".

Esto me lo cuentan y lo vivo yo en muchos de los institutos a los que acudo para hacer talleres sobre igualdad y violencia de género.

Esta semana ha estado movidita porque a Irene Montero se le ha ocurrido emplear la palabra "portavoza" en un intento, o eso quiero pensar, de visibilizar a las mujeres en los entornos políticos. 

Que digo yo, desde mi ignorancia e incultura, que no es necesario marear tanto la perdiz. Que está muy bien poner "el y la" antes de una palabra, sin necesidad de este circo mediático. Estoy a favor del lenguaje inclusivo y no sexista, de visibilizar porque aquello que no se nombra no existe (ya lo digo en un capítulo de mi tesis), pero ya me cansa todo este circo político y, repito, mediático, en los que todos y todas se suman, porque es lo que "mola" ahora y es "cool", a esto del feminismo. Apoyo totalmente las palabras que mi compañera y amiga Montse, de Generando Igualdad, ha escrito en su perfil de Facebook y en el blog de la asociación. Las suscribo totalmente. En el siguiente enlace las podréis leer:


Cansa tanto postureo, tanto discurso fácil para subirse al carro, tantas palabras bonitas que no van seguidas de hechos tangibles y de lucha prolongada en el tiempo. Cansa que den "por culo" (perdón por la expresión) a las personas, hombres y mujeres, pero sobre todo estas últimas, de a pie que desde su humilde posición y con recursos cada vez más escasos, siguen luchando por la igualdad entre sexos para desterrar, de una vez por todas, los roles y los estereotipos de género, el machismo, la desigualdad y la discriminación que tanto mal hace a las mujeres y, en consecuencia, a la sociedad en general.

No ponemos el grito en el cielo cuando la RAE estudia incluir la palabra "folla-amigo/a" o cuando establece que está admitido decir tanto "albóndiga" como "almóndiga", aunque en mis oídos "almóndiga" chirríe tanto como una puerta que necesita 3 en 1. 
Pero sí nos escandalizamos porque, en su momento, Bibiana Aído dijo "miembras", pero vemos de lo más normal las abreviaturas en los mensajes en el móvil; nos molestamos porque no sintetizamos el lenguaje cuando decimos en los discursos "todas y todos", "señoras y señores"; en la universidad, levantamos la mano ante las faltas de ortografía del conjunto de estudiantes porque luego ponen recursos y los órganos superiores les dan la razón porque no se les examina de gramática, sino de los conocimientos adquiridos sobre la asignatura. Pero que Irene Montero use el término "inventado" de "portavozas" nos hace rasgarnos las vestiduras.

Como pregunta el profesor Octavio Salazar en su cuenta de Twitter: 
No perdamos el norte. Ésta es otra estratagema más, del llamado por Miguel Lorente Acosta, "posmachismo" para desestabilizar los cimientos de esta lucha limpia que abanderamos las mujeres, acompañadas y apoyadas por algunos hombres, para lograr que nos reconozcan el sitio que merecemos al lado de la otra mitad de la población mundial.

El argumento que usan muchas personas es el insulto y las descalificaciones, como dice Nuria Varela, porque no tienen otro argumento sostenible para ir en contra del feminismo.

Porque el feminismo te hace pensar, te hace plantear que las cosas que vivías hasta ahora dejan a una parte de la población, a tus compañeras, en una posición desigual porque tú, hombre, tienes más derechos y privilegios que ellas.

Claro que molesta, incomoda y cuesta dejar una posición privilegiada para bajar escalones. Por supuesto. Pero que te quedes en tu pedestal no te hace mejor persona, sino que acrecienta la idea de que "todo vale en el amor y en la guerra" y que "el fin justifica los medios".

Si fuese al revés, si las posiciones discriminatorias y desigualitarias las viviesen los hombres, en el campo que sea, no escucharíamos otras cosas que sus voces, sus gritos y sus quejas.

Mi profesora de Derecho Canónico, más o menos, decía que para desarmar al enemigo hay que conocerlo en profundidad. 

Por ello animo a todas las personas que consideran que el feminismo es algo malo, que todas las feministas quieren la superioridad de la mujer por encima del hombre, etc., que estudien en profundidad las ideas que fomenta este movimiento social y político abanderado por mujeres de todas las culturas, etnias, nacionalidades, orientaciones sexuales, etc. 

Quizás después, una vez estudiado y analizado, se cambien de bando y luchen a nuestro lado.



Éstas deberían ser las únicas diferencias, graciosas, que existieran entre los hombres y las mujeres.

Ójala no tuviéramos que tener un día la mujer, para recordar al mundo que existimos y que luchamos por obtener los mismos derechos que los hombres.





Deseo que todos los días sean el día de la mujer, y del hombre, y del niño y la niña... todos los días deberían ser el día de la persona, sin distinción, sin discriminación. 



Desde mi inicio en la Asociación Socio-cultural DiversaMente, he realizado múltiples actividades de cara al público e internas. Gracias al equipo que formamos, el trabajo que puede dar una asociación se vuelve más ameno y más sencillo, aunque a veces la burocracia nos saque de nuestras casillas y nos toque trabajar hasta tarde para poder presentar proyectos a subvenciones o documentación que nos ha sido requerida. Pero todo este trabajo se sobrelleva mejor si lo haces con ilusión, con ganas y rodeada de un grupo de personas que son un encanto, trabajadoras, responsables y que comparten contigo la misma ilusión y ganas.


"Rompe con los mitos", así se tituló la sesión de cuentacuentos que realicé en la Asociación de Mayores del Barrio Vidal de Salamanca. Con estas personas tratamos los mitos que existen en torno a la violencia de género. (Junio 2012).
 
 
 Éste es el cartel diseñado para la ocasión por DiversaMente.
 
 
 
 
 
 
 

En esta foto estoy realizando una sesión de cuentacuentos donde se trataba el tema de la igualdad de género en la Asociación de Mayores del Barrio de Buenos Aires de Salamanca.
Aquí me acompañó mi hermano para tomar algunas fotos.
Marzo 2013

En esta otra foto estoy con la Asociación de Mayores del Barrio de Tejares de Salamanca contándoles un cuento que habla de la diversidad cultural. Después iniciamos un pequeño debate sobre el tema y todas las personas que participaron dieron su opinión y contaron alguna que otra experiencia. 
Conté con el apoyo logístico de mi compi Teo.
Abril 2013 
 
 
La última foto que comparto pertenece a un cartel diseñado por mi compañero y amigo Juan Di Pane Sánchez, socio de DiversaMente, creativo, psicólogo, mediador intercultural. Se diseñó para la actividad que realicé como miembro de DiversaMente en la Asociación de Vecinos Zoes con motivo de la celebración del día de la mujer (8 de marzo de 2012). Fue una de mis primeras incursiones en el mundo del cuentacuentos, mi primera aparición como cuentera para personas adultas (ya había realizado alguna sesión de cuentacuentos para pequeños/as). En esta ocasión, elegí un cuento que habla sobre el "maltrato sutil" al que somos sometidas las mujeres debido a los cánones de belleza (y no belleza) impuestos por la sociedad debido a los roles de género y estereotipos que culturalmente nos han sido impuestos.