Mostrando entradas con la etiqueta adelante. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta adelante. Mostrar todas las entradas

Metro

La semana pasada viví una situación que me dejó un poco helada... ahora que me pongo a escribirlo, me recuerda a otro hecho acaecido hace ya bastantes años, cuando era una estudiante de Derecho que estaba disfrutando del verano en compañía de sus amigos y amigas. Pero esa historia, para otra ocasión.

Lo que sucedió hace unos días me ha hecho cuestionarme muchas cosas, entre ellas, si actué bien o debería haber hecho algo más.
Caminaba hacia la boca del metro, hablando por teléfono. Iba a ser una visita rápida al centro, sabía dónde tenía que ir, qué tenía que hacer y el tiempo, más o menos aproximado, que iba a tardar en llegar. 
De pronto escuché una voz, bastante alta para mi gusto. Me paré en la boca del metro porque allá abajo no había cobertura. Y esperé. El teléfono aún pegado a mi oreja.
De pronto aparecieron en mi campo de visión un hombre, quien gritaba, una mujer, impasible, el gesto de su cara neutro, y una niña que caminaba a cierta distancia, no mucho, de la pareja. El hombre no dejaba de gritar, no recuerdo sus palabras. Bajaron las escaleras de la boca de metro. Cuando terminaron de bajar, sin traspasar las puertas, el hombre alzó más aún la voz, se aproximó a la mujer. Yo esperé. Sin colgar la llamada. Como aquello parecía que se ponía "chungo", bajé unos escalones dispuesta a cortar la llamada y marcar el 112 o el 091. De pronto, apareció la niña corriendo y se quedó quieta al verme descender por las escaleras. Pasé al lado de la pareja. La mujer estaba quieta, gesto neutro en su rostro, tiesa, en ningún momento había abierto la boca para decir nada. El hombre aún hablaba en voz alta. Pasé a su lado y les miré, despacio. Pensaba: "Levántale la mano y... me llevaré un guantazo, pero tú tendrás que vértelas con la policía". Traspasamos a la par las puertas de acceso al metro. Yo caminaba despacio, esperando...

Mientras esperaba en el andén. La mujer apareció. Sola. Su gesto aún era neutro. Como si nada hubiera pasado. No me miró. Pero yo si la miré a ella. Nadie la seguía. En realidad no respiré tranquila. 

Hoy sigo pensando si no debía haber hecho algo más, haber increpado a ese hombre. Cuando salí del metro, a la vuelta, miré si había cámaras, si lo habrían grabado. Sé que me vieron, sé que el hombre sabía que estaba ahí, esperando... Cierto es que, cuando pasé a su lado, el tono de voz descendió. La niña se quedó parada cuando me vio.

No sé. Siempre pienso que podría haber actuado de otra forma, haber hecho algo más. Nunca es suficiente.


Metro

La semana pasada viví una situación que me dejó un poco helada... ahora que me pongo a escribirlo, me recuerda a otro hecho acaecido hace ya bastantes años, cuando era una estudiante de Derecho que estaba disfrutando del verano en compañía de sus amigos y amigas. Pero esa historia, para otra ocasión.

Lo que sucedió hace unos días me ha hecho cuestionarme muchas cosas, entre ellas, si actué bien o debería haber hecho algo más.
Caminaba hacia la boca del metro, hablando por teléfono. Iba a ser una visita rápida al centro, sabía dónde tenía que ir, qué tenía que hacer y el tiempo, más o menos aproximado, que iba a tardar en llegar. 
De pronto escuché una voz, bastante alta para mi gusto. Me paré en la boca del metro porque allá abajo no había cobertura. Y esperé. El teléfono aún pegado a mi oreja.
De pronto aparecieron en mi campo de visión un hombre, quien gritaba, una mujer, impasible, el gesto de su cara neutro, y una niña que caminaba a cierta distancia, no mucho, de la pareja. El hombre no dejaba de gritar, no recuerdo sus palabras. Bajaron las escaleras de la boca de metro. Cuando terminaron de bajar, sin traspasar las puertas, el hombre alzó más aún la voz, se aproximó a la mujer. Yo esperé. Sin colgar la llamada. Como aquello parecía que se ponía "chungo", bajé unos escalones dispuesta a cortar la llamada y marcar el 112 o el 091. De pronto, apareció la niña corriendo y se quedó quieta al verme descender por las escaleras. Pasé al lado de la pareja. La mujer estaba quieta, gesto neutro en su rostro, tiesa, en ningún momento había abierto la boca para decir nada. El hombre aún hablaba en voz alta. Pasé a su lado y les miré, despacio. Pensaba: "Levántale la mano y... me llevaré un guantazo, pero tú tendrás que vértelas con la policía". Traspasamos a la par las puertas de acceso al metro. Yo caminaba despacio, esperando...

Mientras esperaba en el andén. La mujer apareció. Sola. Su gesto aún era neutro. Como si nada hubiera pasado. No me miró. Pero yo si la miré a ella. Nadie la seguía. En realidad no respiré tranquila. 

Hoy sigo pensando si no debía haber hecho algo más, haber increpado a ese hombre. Cuando salí del metro, a la vuelta, miré si había cámaras, si lo habrían grabado. Sé que me vieron, sé que el hombre sabía que estaba ahí, esperando... Cierto es que, cuando pasé a su lado, el tono de voz descendió. La niña se quedó parada cuando me vio.

No sé. Siempre pienso que podría haber actuado de otra forma, haber hecho algo más. Nunca es suficiente.


Sin miedo... con respeto

Hoy es un día especial, no sé el motivo. 
Voy a copiar unas palabras que ha escrito un gran amigo mío, my best friend, mi hermano, mi paño de lágrimas en tantos y tantos momentos. Es ese tipo de relación en la que puedes discutir por no compartir la misma idea, pero que, a los 5 minutos, están tan tranquilo/a tomándote un "cacharro" o hablando de lo que se hará al día siguiente. Seguro que hay mucha gente que no entiende nuestra relación, pero ése es su problema, no el mío.

En el texto habla del miedo: del miedo a lo desconocido, a empezar una nueva etapa, a dar por zanjada una relación de cualquier tipo. Un miedo que no te deja avanzar, que no te deja continuar, que no te deja ser tú misma.

Últimamente conozco a muchas personas que rompen con algo o con alguien, que tienen miedo, pánico en algunas ocasiones. Pero como digo en mis talleres, no permitáis que el miedo os paralice. Es normal tener miedo, terror, pero avanzad con él hasta que lo echéis de vuestro lado.

"El miedo es esa sensación irracional que nos paraliza limitando nuestra capacidad de acción. Últimamente suelo decir mucho la frase de que el miedo es libre y que contra el miedo que tengas a algo no puedo hacer nada. Existe el miedo escénico, al ridículo, a volar, a las alturas… Y a diferentes alturas además. Por culpa del miedo hemos dejado de hacer cosas que nos gustan, de ir a sitios en los que siempre soñamos estar o de dejar atrás etapas que nos achican sólo por el temor al cambio.
Muchas veces un simple empujoncito basta para ponernos la capa de superman y lanzarnos al vuelo. Lo que comúnmente viene a traducirse en el clásico ‘’no hay huevos’’ o “no hay cojones”. Ya me habéis oído aquello de “no le digas a un vasco que no hay huevos” que entonces lo hace seguro. Tras escuchar esa frase podemos ser capaces de bordarlo delante de quien sea, salir de casa en ropa interior y guitarra en mano cantando a ritmo de mariachis, o a lanzarnos en parapente, así, ¡a lo loco!
Y pocas cosas hay en esta vida comparables a lo que se siente cuando vences alguno de tus miedos. Yo creía que tenía miedo a... Y digo ‘’creía’’ porque no he vivido ninguna experiencia traumática que me creara este temor. Pero continuamente he evitado planes que tuvieran que ver con eso.

He regresado hace poco. Ya sé que diréis que sólo me he marchado unos días a Tauste. Pero no me refiero a ese regresar. Soy yo el que ha regresado. Y sin saber cómo, la valentía salió del lado oscuro y salí a cubierta. Quizá ha habido alguien que me dijo “’no hay huevos’’ y llegó la valentía a mí.
Por cierto amigos del Real Madrid…lo del domingo fue no teneros miedo. Venir de perder la clasificación de la Uefa y contra el gran Eibar y enfrentarnos a la amenazante fuerza madridista con sus nombres de Mundial.
Pero sigo. He regresado hace poco y quizá fuera por una de esas frases, o quizá me he cansado de tener miedo. No lo sé. Pero si hace falta saldré de casa en ropa interior y guitarra en mano cantando lo que haga falta. Y es que quien anda por la vida sin miedo a nada es capaz de conseguir lo imposible sorprendiendo no sólo a los demás sino a uno mismo.
Aupa ahí!"

Para completar este texto, os adjunto el enlace a la canción de mi querida Rosana que se titula "Sin miedo". 

Ya sabéis, no dejéis que el miedo os paralice. Sed fuertes, porque lo sois, y seguid luchando por vuestros sueños. En solitario o juntos, conseguiremos la luna.