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El Feminismo en mi vida

Hay veces que me pregunto por qué pienso/reflexiono tanto. Creo que es una seña de identidad.

Indirectamente, se inicia una nueva etapa en mi vida. Y, de pronto, me pongo a hacer balance... 

Terminar la tesis supuso un antes y un después. Te convences de que, al defender la tesis, todo será "maravilloso" y tendrás trabajo. El trabajo de tus sueños. ¿Se ha cumplido? Más o menos. Hay altibajos, incertidumbres, sigues buscando y piensas que, al final, la vida es eso: probar, acumular momentos felices y positivos, pero siempre, seguir adelante aprendiendo. Porque sí, me gusta aprender y no paro de hacerlo.


Últimamente pienso demasiado en mis últimos años de estudio y trabajo. El hilo conductor es el feminismo. Aunque al principio no lo reconocía como tal. El feminismo estaba, ahí, latente, dentro de mí, y se hizo un hueco poco a poco.

Me empecé a dar cuenta de la importancia de la lucha por los derechos de las mujeres cuando inicié mis estudios del Máster en Malos Tratos y Violencia de Género en la UNED. Durante esos dos años (con un momento "kit kat" en el medio), fui consciente de la cantidad de veces que yo, por el mero hecho de ser mujer y ser considerada una persona con necesidad de ser protegida, había sido ninguneada de forma consciente o no; como los roles de género y los estereotipos habían hecho que tomara unas decisiones y no otras, que no fuera o hiciera lo que realmente quería.

Determinados acontecimientos en mi vida hicieron que evolucionara a marchas forzadas. Consiguieron que espabilara y empezara a luchar por ocupar mi sitio, el que me correspondía; y a no dejarme avasallar por aquellas personas que se consideraban más que yo. 

Me costó. Me cuesta. Pero, poco a poco, me he vuelto una rebelde con causa, la oveja negra-feminista de la familia. Y a mucha honra.


Inicié mi colaboración con Adavas Salamanca sin tener muy clara mi postura en torno al feminismo, sin saber exactamente en qué consistía, sin una argumentación firme.

Pero como me gusta aprender, ya lo he escrito, me encanta y me apasiona la lectura, eso hice: leer y empaparme de conocimiento (aún sigo haciéndolo).



Un curso por allá, un libro por acá, una conversación con tal amiga, una recomendación cinematográfica, una entrega de premios y la "maldita tesis". Una gran directora que me guió en los últimos meses y que me empujó a continuar y a seguir estudiando y aprendiendo. Hay que ser humilde en esta vida, pero sobre lo que escribes en una tesis, quien más sabes eres tú y te lo tienes que creer. Soledad Murillo de la Vega es mi mentora, mi guía y mi referente en esta sociedad. Una linterna en el feminismo (haciendo referencia a Nuria Varela) y en el trabajo duro. Mi ejemplo. 


Hay diversas autoras (y autores) que me han dejado huella: Nuria Varela y su "Feminismo para principiantes" o "Cansadas"; Nuria Coronado Sopeña y "Hombres por la igualdad" (ganas de "hincar el diente" a "Mujeres de frente", su nuevo libro); Octavio Salazar con sus libros "El hombre que no deberíamos ser" y "#WeToo"; por supuesto, Miguel Lorente Acosta y "Mi marido me pega lo normal" o cualquiera de los libros escritos analizando la violencia de género. Películas que remueven: "Figuras ocultas", "Refugiada", "Persépolis",...

Rodearte de mujeres (y algunos hombres) que, gracias a la sororidad, te enseñan que esta lucha no es individual, sino colectiva. 

Emma Kunst y todas las compañeras de la asociación rural de mujeres AMDEVE (Béjar). Con ellas se aprende que querer es poder, con sudor, lágrimas y trabajo duro; que se puede hacer mucho, con poco y con ganas. Pequeñas mujeres haciendo grandes cosas.

Ahora, cuando me llaman "feminazi" hincho el pecho y les digo que sí, tal vez. Pero que tienen que aclarar conceptos. Si entienden por feminazi a aquella persona que lucha por lograr las mismas oportunidades y derechos entre hombres y mujeres, pues sí, lo soy y me enorgullezco. Pero deberían informarse un poquito y saber, primero, qué es el feminismo (y no igualitarismo) y qué fue el nazismo. Este último, en resumen, lo que quería conseguir era una selección de razas. ¿Cómo? Asesinando. El feminismo no ha matado a nadie. Hace ruido, mucho. Pero no atenta con la vida de nadie, no considera que tiene el poder, no quiere conseguir la supremacía de las mujeres por encima del hombre. Pues esto sería hacer lo que criticamos del machismo. 

Así que, queridas y queridos, un poco más de cultura, un poco más de información, algo más de autocrítica y reflexión antes de abrir la boca.

Sí, soy FEMINISTA. Sí, lucharé por ello con uñas y dientes porque creo en esta lucha. Utilizaré las armas que tenga a mi alcance: la palabra, la crítica, la literatura, el cine, el teatro... Para dejar un mundo un poquito mejor.








El Feminismo en mi vida

Hay veces que me pregunto por qué pienso/reflexiono tanto. Creo que es una seña de identidad.

Indirectamente, se inicia una nueva etapa en mi vida. Y, de pronto, me pongo a hacer balance... 

Terminar la tesis supuso un antes y un después. Te convences de que, al defender la tesis, todo será "maravilloso" y tendrás trabajo. El trabajo de tus sueños. ¿Se ha cumplido? Más o menos. Hay altibajos, incertidumbres, sigues buscando y piensas que, al final, la vida es eso: probar, acumular momentos felices y positivos, pero siempre, seguir adelante aprendiendo. Porque sí, me gusta aprender y no paro de hacerlo.


Últimamente pienso demasiado en mis últimos años de estudio y trabajo. El hilo conductor es el feminismo. Aunque al principio no lo reconocía como tal. El feminismo estaba, ahí, latente, dentro de mí, y se hizo un hueco poco a poco.

Me empecé a dar cuenta de la importancia de la lucha por los derechos de las mujeres cuando inicié mis estudios del Máster en Malos Tratos y Violencia de Género en la UNED. Durante esos dos años (con un momento "kit kat" en el medio), fui consciente de la cantidad de veces que yo, por el mero hecho de ser mujer y ser considerada una persona con necesidad de ser protegida, había sido ninguneada de forma consciente o no; como los roles de género y los estereotipos habían hecho que tomara unas decisiones y no otras, que no fuera o hiciera lo que realmente quería.

Determinados acontecimientos en mi vida hicieron que evolucionara a marchas forzadas. Consiguieron que espabilara y empezara a luchar por ocupar mi sitio, el que me correspondía; y a no dejarme avasallar por aquellas personas que se consideraban más que yo. 

Me costó. Me cuesta. Pero, poco a poco, me he vuelto una rebelde con causa, la oveja negra-feminista de la familia. Y a mucha honra.


Inicié mi colaboración con Adavas Salamanca sin tener muy clara mi postura en torno al feminismo, sin saber exactamente en qué consistía, sin una argumentación firme.

Pero como me gusta aprender, ya lo he escrito, me encanta y me apasiona la lectura, eso hice: leer y empaparme de conocimiento (aún sigo haciéndolo).



Un curso por allá, un libro por acá, una conversación con tal amiga, una recomendación cinematográfica, una entrega de premios y la "maldita tesis". Una gran directora que me guió en los últimos meses y que me empujó a continuar y a seguir estudiando y aprendiendo. Hay que ser humilde en esta vida, pero sobre lo que escribes en una tesis, quien más sabes eres tú y te lo tienes que creer. Soledad Murillo de la Vega es mi mentora, mi guía y mi referente en esta sociedad. Una linterna en el feminismo (haciendo referencia a Nuria Varela) y en el trabajo duro. Mi ejemplo. 


Hay diversas autoras (y autores) que me han dejado huella: Nuria Varela y su "Feminismo para principiantes" o "Cansadas"; Nuria Coronado Sopeña y "Hombres por la igualdad" (ganas de "hincar el diente" a "Mujeres de frente", su nuevo libro); Octavio Salazar con sus libros "El hombre que no deberíamos ser" y "#WeToo"; por supuesto, Miguel Lorente Acosta y "Mi marido me pega lo normal" o cualquiera de los libros escritos analizando la violencia de género. Películas que remueven: "Figuras ocultas", "Refugiada", "Persépolis",...

Rodearte de mujeres (y algunos hombres) que, gracias a la sororidad, te enseñan que esta lucha no es individual, sino colectiva. 

Emma Kunst y todas las compañeras de la asociación rural de mujeres AMDEVE (Béjar). Con ellas se aprende que querer es poder, con sudor, lágrimas y trabajo duro; que se puede hacer mucho, con poco y con ganas. Pequeñas mujeres haciendo grandes cosas.

Ahora, cuando me llaman "feminazi" hincho el pecho y les digo que sí, tal vez. Pero que tienen que aclarar conceptos. Si entienden por feminazi a aquella persona que lucha por lograr las mismas oportunidades y derechos entre hombres y mujeres, pues sí, lo soy y me enorgullezco. Pero deberían informarse un poquito y saber, primero, qué es el feminismo (y no igualitarismo) y qué fue el nazismo. Este último, en resumen, lo que quería conseguir era una selección de razas. ¿Cómo? Asesinando. El feminismo no ha matado a nadie. Hace ruido, mucho. Pero no atenta con la vida de nadie, no considera que tiene el poder, no quiere conseguir la supremacía de las mujeres por encima del hombre. Pues esto sería hacer lo que criticamos del machismo. 

Así que, queridas y queridos, un poco más de cultura, un poco más de información, algo más de autocrítica y reflexión antes de abrir la boca.

Sí, soy FEMINISTA. Sí, lucharé por ello con uñas y dientes porque creo en esta lucha. Utilizaré las armas que tenga a mi alcance: la palabra, la crítica, la literatura, el cine, el teatro... Para dejar un mundo un poquito mejor.








Bahía de Caraquez, Ecuador 1ª parte

He cumplido mi sueño, por fin. Se suele decir que más vale tarde que nunca. Pues bueno, no ha sido tarde, tampoco ha sido pronto, sino en el momento justo, creo yo.

15 años he tardado en viajar a Ecuador, aunque algún año más en viajar a Latinoamérica (me daba igual el destino). 

Mucha gente me preguntaba que cuál era el motivo de haber elegido Ecuador y, encima, una ciudad "desconocida" como Bahía de Caraquez. La razón es muy simple: allí tengo a mi amigo Benja y me daba mucha más seguridad que viajar a Quito, la capital, o a otra ciudad.

 
 











Allá me he sentido como en casa. Estaba con mi gran amigo Benja, pero también compartía el día a día con sus compañeros de la Comunidad del Sagrado Corazón de Jesús. Durante 20 días he formado parte de esa familia, he compartido mesa, conversaciones, me he reído, he disfrutado de su compañía, de sus "piques", de su comida, de su experiencia... Realmente me han hecho mi estancia muy fácil y muy agradable.

Nada más llegar a la ciudad, he sentido el calor y la cercanía de la gente. Todo el mundo estaba dispuesto a ayudarme, a llevarme, a traerme, a conversar conmigo y a recordarme, casi a diario, que había ido por poco tiempo, más si les decía que tenía que "trabajar" y que me quedaba poco margen para visitar lugares y rincones.

Mi doctorado ha sido el causante de este viaje, organizado en tres meses (casi mejor, sin tiempo a pensarlo mucho). Por ello iba más por trabajo/estudios, que por ocio. He podido disfrutar de algunos rincones del país, pero también es cierto que me han quedado otros lugares por descubrir y disfrutar: Cuenca, Portocristi, Quito (lo he visitado, pero ha sido corto), la Isla Corazón, Guayaquil, etc.

He disfrutado del calor de la gente, de su cercanía, de su predisposición a acompañarme, a enseñarme, a conversar conmigo, ... Me he sentido integrada en esa ciudad, en la parroquia (donde he pasado muchos momentos) con ese grupo de mujeres que lo hacen todo más fácil, más liviano, donde chismorreábamos, "hacíamos trajes", hablábamos de mi vida en España, de su vida en esa ciudad que tiene que emerger, de política (sí, de política yo!!!), del clima, de la gastronomía,...

 












He tenido la oportunidad de oler, sentir, oír el océano. Ese océano Pacífico que no tenía nada de manso, al contrario, bravito estaba casi todos los días.  Un agua salada que echaba de menos porque este verano no había podido disfrutar de ella. En esta ocasión, en estos días, no me he hartado, sino que he visto otra perspectiva de ella.



Ha sido una suerte compartir momentos, horas del día, trabajo, confidencias, risas, viajes y tantas cosas que se quedan para mí, con mi gran amigo, con mi "director espiritual" (jajaja), con mi hermano mayor. Esa persona que se marchó de nuestra Salamanca querida hace 15 años y que siempre ha estado a mi lado, a pesar de la distancia. Una de las personas más importantes de mi vida (lo sabe y lo saben), de ésas a las que no quiero perder. Ha sido mi guía por Bahía, mi protector (no me dejaba casi en ningún momento y, en ocasiones, era demasido protector :-) Le estaré eternamente agradecida.
 

En próximos post iré desgranando mis 20 días en Bahía de Caraquez, ciudad a la que le queda mucho por crecer, a la que ya llevo en mi corazón, al igual que a sus gentes. Iré contando mis peripecias, mi adaptación, mis charlas, la Universidad, las mujeres del Movimiento de Mujeres La Merced, las reuniones con diversas comunidades, el día a día... De momento, esto es un anticipo y un agradecimiento tanto a las personas del otro lado del charco, como a las personas que dejé en mi tierra charra: ¡GRACIAS!




Bahía de Caraquez, Ecuador 1ª parte

He cumplido mi sueño, por fin. Se suele decir que más vale tarde que nunca. Pues bueno, no ha sido tarde, tampoco ha sido pronto, sino en el momento justo, creo yo.

15 años he tardado en viajar a Ecuador, aunque algún año más en viajar a Latinoamérica (me daba igual el destino). 

Mucha gente me preguntaba que cuál era el motivo de haber elegido Ecuador y, encima, una ciudad "desconocida" como Bahía de Caraquez. La razón es muy simple: allí tengo a mi amigo Benja y me daba mucha más seguridad que viajar a Quito, la capital, o a otra ciudad.

 
 











Allá me he sentido como en casa. Estaba con mi gran amigo Benja, pero también compartía el día a día con sus compañeros de la Comunidad del Sagrado Corazón de Jesús. Durante 20 días he formado parte de esa familia, he compartido mesa, conversaciones, me he reído, he disfrutado de su compañía, de sus "piques", de su comida, de su experiencia... Realmente me han hecho mi estancia muy fácil y muy agradable.

Nada más llegar a la ciudad, he sentido el calor y la cercanía de la gente. Todo el mundo estaba dispuesto a ayudarme, a llevarme, a traerme, a conversar conmigo y a recordarme, casi a diario, que había ido por poco tiempo, más si les decía que tenía que "trabajar" y que me quedaba poco margen para visitar lugares y rincones.

Mi doctorado ha sido el causante de este viaje, organizado en tres meses (casi mejor, sin tiempo a pensarlo mucho). Por ello iba más por trabajo/estudios, que por ocio. He podido disfrutar de algunos rincones del país, pero también es cierto que me han quedado otros lugares por descubrir y disfrutar: Cuenca, Portocristi, Quito (lo he visitado, pero ha sido corto), la Isla Corazón, Guayaquil, etc.

He disfrutado del calor de la gente, de su cercanía, de su predisposición a acompañarme, a enseñarme, a conversar conmigo, ... Me he sentido integrada en esa ciudad, en la parroquia (donde he pasado muchos momentos) con ese grupo de mujeres que lo hacen todo más fácil, más liviano, donde chismorreábamos, "hacíamos trajes", hablábamos de mi vida en España, de su vida en esa ciudad que tiene que emerger, de política (sí, de política yo!!!), del clima, de la gastronomía,...

 












He tenido la oportunidad de oler, sentir, oír el océano. Ese océano Pacífico que no tenía nada de manso, al contrario, bravito estaba casi todos los días.  Un agua salada que echaba de menos porque este verano no había podido disfrutar de ella. En esta ocasión, en estos días, no me he hartado, sino que he visto otra perspectiva de ella.



Ha sido una suerte compartir momentos, horas del día, trabajo, confidencias, risas, viajes y tantas cosas que se quedan para mí, con mi gran amigo, con mi "director espiritual" (jajaja), con mi hermano mayor. Esa persona que se marchó de nuestra Salamanca querida hace 15 años y que siempre ha estado a mi lado, a pesar de la distancia. Una de las personas más importantes de mi vida (lo sabe y lo saben), de ésas a las que no quiero perder. Ha sido mi guía por Bahía, mi protector (no me dejaba casi en ningún momento y, en ocasiones, era demasido protector :-) Le estaré eternamente agradecida.
 

En próximos post iré desgranando mis 20 días en Bahía de Caraquez, ciudad a la que le queda mucho por crecer, a la que ya llevo en mi corazón, al igual que a sus gentes. Iré contando mis peripecias, mi adaptación, mis charlas, la Universidad, las mujeres del Movimiento de Mujeres La Merced, las reuniones con diversas comunidades, el día a día... De momento, esto es un anticipo y un agradecimiento tanto a las personas del otro lado del charco, como a las personas que dejé en mi tierra charra: ¡GRACIAS!