Mostrando entradas con la etiqueta maternidad. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta maternidad. Mostrar todas las entradas

Querida hija

Hoy me dirijo a ti, mi hija. 

A veces tengo la sensación de que no he estado a la altura de las circunstancias, que no he sabido estar a tu lado, acompañándote y protegiéndote. O quizás he tratado de protegerte demasiado y no te he enseñado a enfrentarte con todo aquello que está fuera de las cuatro "paredes" que es mi refugio de madre.

Me culpabilizo por todas las veces que has sufrido y no lo he sabido. Nos dijeron que a las madres no se nos pueden ocultar las cosas, que tenemos otros dos ojos en la nuca y que nos enteramos de todo. Pero, en realidad, no es así. Creo que sí es cierto que hay un sentido que se nos agudiza al quedarnos embarazadas, pero tenemos que aprender a desarrollarlo para que funcione. Y hay algunas madres que no sabemos o que tardamos en hacerlo.

No quiero ser tu amiga. No es mi función. Pero sí quiero que tengas la suficiente confianza en mí para contarme todo lo que te inquieta, todo lo que te remueve por dentro, todo o casi todo... Lo harás porque sabes que no te voy a juzgar, que no te voy a criticar, sino que te voy a tratar de aconsejar lo mejor que sé y que, cuando no lo sepa, tomaré aire y te abrazaré, porque los abrazos calman y tranquilizan, y juntas buscaremos la solución a eso que te corroe por dentro.

No puedo quitarte tus miedos, puedo acompañarte a espantarlos. No puedo tomar decisiones por ti. Yo tomé las mías a pesar de los errores y los tropiezos. Pero esto es la vida: tropezar, equivocarse, levantarse, continuar y aprender. Tú debes hacer lo mismo: valorar lo que te conviene en cada momento, pensar, reflexionar y, al final, decidir. Si te equivocas, no pasa nada, seguro que tienes la oportunidad de hacerlo mejor y de avanzar. Tómalo como una forma de aprendizaje. No puedo evitarte las decepciones, de ellas se aprenden y a lo largo de la vida tendrás muchas. Sólo puedo abrazarte y llorar contigo para espantar esas malas vibraciones. No puedo quitarte el agobio y la ansiedad por la incertidumbre, por los pensamientos negativos, sólo puedo tratar de estar a tu lado, apoyarte, abrazarte y, en algunos casos, enfadarme contigo para que reacciones y que el miedo no se apodere de tu cuerpo y tu mente, bloquéandote.

No soy una superheroína. No puedo con todo. Y habrá veces en las que me pedirás ayudas y no te la pueda dar, porque soy yo quien más la necesita. Ten paciencia.

Tampoco soy multi-tarea. Ésa es una falacia más del machismo contra el que luchamos, cada una a nuestra manera, pero ambas teniendo una misma meta: acabar con el patriarcado y lograr la igualdad entre hombres y mujeres, evitando la discriminación por el mero hecho de ser mujer. Habrá ocasiones en que anteponga mis deseos o dé prioridad a mis quehaceres. Entiéndelo, ante todo soy una persona que también tiene sus preocupaciones y sus cosas. No es egoísmo. O sí, tal vez, pero a veces tenemos que ser egoístas y decir NO para que se nos tenga en cuenta y se nos valore. Así que, venga, repite conmigo: NO. Es sencillo, ¿verdad?

Tenemos que aprender a decir aquellas palabras que nos resultan tan difíciles de expresar, pero que son tan necesarias y tan importantes: "te quiero", "gracias", "perdón", "NO". 

Un "NO" a tiempo es una buena decisión a corto, medio y largo plazo. No hay que cargar nuestra mochila con responsabilidades que no nos pertenecen. No es justo y tampoco es sano.


A todas las madres que me puedan leer: no tratemos de llegar a todo. Es prácticamente imposible hacerlo. Recordad que la perfección no existe. Es una falacia que nos han metido por la escuadra. Tenemos que quitarnos ese pensamiento de nuestra cabeza. Ante todo somos personas, con limitaciones, preocupaciones... Necesitamos nuestro espacio y nuestro tiempo. Tenemos que cuidarnos para tratar de cuidar. Pero el cuidar no es sólo nuestra obligación como madres, como mujeres. De nuevo, otro gol que nos metieron.

Querida hija: de verdad que lo estoy haciendo lo mejor que puedo, me dejan y sé. Tú estás aprendiendo a ser hija y yo sigo aprendiendo a ser madre. 

A pesar de mis errores, no olvides que te quiero por encima de todas las cosas.

Mamá



Querida hija

Hoy me dirijo a ti, mi hija. 

A veces tengo la sensación de que no he estado a la altura de las circunstancias, que no he sabido estar a tu lado, acompañándote y protegiéndote. O quizás he tratado de protegerte demasiado y no te he enseñado a enfrentarte con todo aquello que está fuera de las cuatro "paredes" que es mi refugio de madre.

Me culpabilizo por todas las veces que has sufrido y no lo he sabido. Nos dijeron que a las madres no se nos pueden ocultar las cosas, que tenemos otros dos ojos en la nuca y que nos enteramos de todo. Pero, en realidad, no es así. Creo que sí es cierto que hay un sentido que se nos agudiza al quedarnos embarazadas, pero tenemos que aprender a desarrollarlo para que funcione. Y hay algunas madres que no sabemos o que tardamos en hacerlo.

No quiero ser tu amiga. No es mi función. Pero sí quiero que tengas la suficiente confianza en mí para contarme todo lo que te inquieta, todo lo que te remueve por dentro, todo o casi todo... Lo harás porque sabes que no te voy a juzgar, que no te voy a criticar, sino que te voy a tratar de aconsejar lo mejor que sé y que, cuando no lo sepa, tomaré aire y te abrazaré, porque los abrazos calman y tranquilizan, y juntas buscaremos la solución a eso que te corroe por dentro.

No puedo quitarte tus miedos, puedo acompañarte a espantarlos. No puedo tomar decisiones por ti. Yo tomé las mías a pesar de los errores y los tropiezos. Pero esto es la vida: tropezar, equivocarse, levantarse, continuar y aprender. Tú debes hacer lo mismo: valorar lo que te conviene en cada momento, pensar, reflexionar y, al final, decidir. Si te equivocas, no pasa nada, seguro que tienes la oportunidad de hacerlo mejor y de avanzar. Tómalo como una forma de aprendizaje. No puedo evitarte las decepciones, de ellas se aprenden y a lo largo de la vida tendrás muchas. Sólo puedo abrazarte y llorar contigo para espantar esas malas vibraciones. No puedo quitarte el agobio y la ansiedad por la incertidumbre, por los pensamientos negativos, sólo puedo tratar de estar a tu lado, apoyarte, abrazarte y, en algunos casos, enfadarme contigo para que reacciones y que el miedo no se apodere de tu cuerpo y tu mente, bloquéandote.

No soy una superheroína. No puedo con todo. Y habrá veces en las que me pedirás ayudas y no te la pueda dar, porque soy yo quien más la necesita. Ten paciencia.

Tampoco soy multi-tarea. Ésa es una falacia más del machismo contra el que luchamos, cada una a nuestra manera, pero ambas teniendo una misma meta: acabar con el patriarcado y lograr la igualdad entre hombres y mujeres, evitando la discriminación por el mero hecho de ser mujer. Habrá ocasiones en que anteponga mis deseos o dé prioridad a mis quehaceres. Entiéndelo, ante todo soy una persona que también tiene sus preocupaciones y sus cosas. No es egoísmo. O sí, tal vez, pero a veces tenemos que ser egoístas y decir NO para que se nos tenga en cuenta y se nos valore. Así que, venga, repite conmigo: NO. Es sencillo, ¿verdad?

Tenemos que aprender a decir aquellas palabras que nos resultan tan difíciles de expresar, pero que son tan necesarias y tan importantes: "te quiero", "gracias", "perdón", "NO". 

Un "NO" a tiempo es una buena decisión a corto, medio y largo plazo. No hay que cargar nuestra mochila con responsabilidades que no nos pertenecen. No es justo y tampoco es sano.


A todas las madres que me puedan leer: no tratemos de llegar a todo. Es prácticamente imposible hacerlo. Recordad que la perfección no existe. Es una falacia que nos han metido por la escuadra. Tenemos que quitarnos ese pensamiento de nuestra cabeza. Ante todo somos personas, con limitaciones, preocupaciones... Necesitamos nuestro espacio y nuestro tiempo. Tenemos que cuidarnos para tratar de cuidar. Pero el cuidar no es sólo nuestra obligación como madres, como mujeres. De nuevo, otro gol que nos metieron.

Querida hija: de verdad que lo estoy haciendo lo mejor que puedo, me dejan y sé. Tú estás aprendiendo a ser hija y yo sigo aprendiendo a ser madre. 

A pesar de mis errores, no olvides que te quiero por encima de todas las cosas.

Mamá



Pensando en la maternidad/paternidad...

Son las 7 de la mañana y escribo amparada por el silencio de la hora temprana, sólo interrumpida por el piar de algunos pajarillos madrugadores y de algún vehículo despistado.
Es sábado. La ciudad aún duerme. A pesar de que debería estar tecleando otra cosa, terminando un trabajo que ya tenía que haber estado finalizado, anoche empezó a cobrar vida este post en mi cabeza.


Ayer escribía a un amigo desde lo más profundo de mi corazón después de ver una foto en la que aparecía con su hija, supuestamente, "haciendo el tonto". Pero yo veía felicidad, complicidad, amor... Y le escribí para decirle que nunca perdiera eso. Que nunca perdiera los momentos de compartir con ellas y que los disfrutara al máximo.

Esto hizo que me planteara que existen personas que en ningún caso deberían ser padres, pues no son lo suficientemente maduros o no saben cómo torear y llevar la responsabilidad que ello conlleva.

Hay padres (madres y padres) que ven en sus hijas e hijos competidores y hacen que todo sea una carrera de obstáculos y una competición entre ambos.

"Es que quieres más a mamá"; "Es que prefieres irte con papá"; "Es que conmigo no pasas tiempo"; "Es que parece que no quieres estar conmigo"... 

Todo se complica más si la relación entre ambos progenitores se acaba. Pero se complica porque seguimos siendo egoístas y nos miramos nuestro propio ombligo sin darnos cuenta que estamos usando a nuestras hijas e hijos como armas para hacer daño a la otra persona. Nos olvidamos que hay seres que dependen de nosotros (madre y padre), a los que tenemos que educar, enseñar, cuidar y proteger.

Conozco padres separados que se desviven por sus pequeñas/os. Pero hay otros que siguen sin saber cómo actuar y provocan en las/os menores unos conflictos internos tremendamente importantes que se acentúan con el paso de los años.

Para adoptar tienes que pasar numerosas "pruebas" de varios tipos. Puedas estar años esperando el aprobado o, incluso, pasado un tiempo desistes porque, como leí en un artículo hace unos días, "quieres ser padre, no abuelo".

Lo cierto es que yo me planteo cómo podemos solucionar esto. ¿Una escuela de madres y padres donde sea obligatoria la asistencia? ¿Un examen psicológico para saber si serías una buena madre o padre?

La verdad es que es complicada la respuesta. Lo cierto es que no hay una solución mágica. Pero debemos pensar en el bienestar de nuestras hijas y nuestros hijos, antes que ser tan egoístas y chantajearles emocionalmente.

Pensando en la maternidad/paternidad...

Son las 7 de la mañana y escribo amparada por el silencio de la hora temprana, sólo interrumpida por el piar de algunos pajarillos madrugadores y de algún vehículo despistado.
Es sábado. La ciudad aún duerme. A pesar de que debería estar tecleando otra cosa, terminando un trabajo que ya tenía que haber estado finalizado, anoche empezó a cobrar vida este post en mi cabeza.


Ayer escribía a un amigo desde lo más profundo de mi corazón después de ver una foto en la que aparecía con su hija, supuestamente, "haciendo el tonto". Pero yo veía felicidad, complicidad, amor... Y le escribí para decirle que nunca perdiera eso. Que nunca perdiera los momentos de compartir con ellas y que los disfrutara al máximo.

Esto hizo que me planteara que existen personas que en ningún caso deberían ser padres, pues no son lo suficientemente maduros o no saben cómo torear y llevar la responsabilidad que ello conlleva.

Hay padres (madres y padres) que ven en sus hijas e hijos competidores y hacen que todo sea una carrera de obstáculos y una competición entre ambos.

"Es que quieres más a mamá"; "Es que prefieres irte con papá"; "Es que conmigo no pasas tiempo"; "Es que parece que no quieres estar conmigo"... 

Todo se complica más si la relación entre ambos progenitores se acaba. Pero se complica porque seguimos siendo egoístas y nos miramos nuestro propio ombligo sin darnos cuenta que estamos usando a nuestras hijas e hijos como armas para hacer daño a la otra persona. Nos olvidamos que hay seres que dependen de nosotros (madre y padre), a los que tenemos que educar, enseñar, cuidar y proteger.

Conozco padres separados que se desviven por sus pequeñas/os. Pero hay otros que siguen sin saber cómo actuar y provocan en las/os menores unos conflictos internos tremendamente importantes que se acentúan con el paso de los años.

Para adoptar tienes que pasar numerosas "pruebas" de varios tipos. Puedas estar años esperando el aprobado o, incluso, pasado un tiempo desistes porque, como leí en un artículo hace unos días, "quieres ser padre, no abuelo".

Lo cierto es que yo me planteo cómo podemos solucionar esto. ¿Una escuela de madres y padres donde sea obligatoria la asistencia? ¿Un examen psicológico para saber si serías una buena madre o padre?

La verdad es que es complicada la respuesta. Lo cierto es que no hay una solución mágica. Pero debemos pensar en el bienestar de nuestras hijas y nuestros hijos, antes que ser tan egoístas y chantajearles emocionalmente.

Soy mala madre, ¿y qué?

Siempre he creído que no soy una madre al uso. Siempre he pensado que el hecho de ser madre, de traer una vida al mundo no significa que dejes de ser persona, de ser mujer. Sigues siendo todo eso, pero con un añadido.

Respeto a esas personas que se dedican en cuerpo y alma a su descendencia, dejándose de lado a ellas mismas y, a veces, a su pareja. 

En mi casa lo hablamos mucho. Te conviertes en madre, en padre, pero también sigues teniendo una relación de pareja que tienes que alimentar y cuidar. ¿Por qué nos cegamos tanto que abandonamos eso? 

En muchas ocasiones, parece que ser madre significa que no puedes seguir saliendo a correr (quien lo haga, yo prefiero las largas caminatas), que no puedes continuar estudiando o ascendiendo en tu vida laboral. Parece que estás cometiendo un sacrilegio si un día, dejas a tu hija o a tu hijo con tu pareja o con tu madre o padre o hermana/o y te vas a tomar algo con tus amistades, a dar un paseo o te vas de cena súper súper romántica con tu pareja.

¡Ayss qué equivocada está esa gente!

Me declaro una madre malísima, la peor de las peores. Reconozco que para mí es muy importante no perder el contacto con mis amistades, con mi pareja, que quiero seguir estudiando para poder optar a un puesto de trabajo mejor (cuando la cosa se estabilice y mejore, de momento me conformo con un trabajo). Entono el mea culpa cuando prefiero dejar a mis hijos/as con mi madre (gracias mami) para irme a dar una vuelta con mis amigas o para ver una obra de microteatro o hacer una ruta de senderismo porque necesito respirar aire puro y desconectar.

Venga, va, lo reconozco, soy una pesíma madre.

De pronto, anoche recibo un mail de un amigo donde me pasa unos enlaces o links que son "muy cuquis". Los abro, investigo, hojeo, releo, pincho por allá y por acá... ¡Qué alegría más grande! Compruebo que no soy la única. Me doy cuenta que por el mundo (bueno, vale, al menos en España) hay más madres como yo y que se hacen llamar "malas madres". Obviamente, no hay ni qué decir que me he unido a este selecto club. Jajajaja

Pues nada, ahí os dejo el enlace para que lo veáis y que si os consideráis unas malas madres o malos padres, os hagáis del club. A mí me ha encantado.

http://clubdemalasmadres.com/

Soy mala madre, ¿y qué?

Siempre he creído que no soy una madre al uso. Siempre he pensado que el hecho de ser madre, de traer una vida al mundo no significa que dejes de ser persona, de ser mujer. Sigues siendo todo eso, pero con un añadido.

Respeto a esas personas que se dedican en cuerpo y alma a su descendencia, dejándose de lado a ellas mismas y, a veces, a su pareja. 

En mi casa lo hablamos mucho. Te conviertes en madre, en padre, pero también sigues teniendo una relación de pareja que tienes que alimentar y cuidar. ¿Por qué nos cegamos tanto que abandonamos eso? 

En muchas ocasiones, parece que ser madre significa que no puedes seguir saliendo a correr (quien lo haga, yo prefiero las largas caminatas), que no puedes continuar estudiando o ascendiendo en tu vida laboral. Parece que estás cometiendo un sacrilegio si un día, dejas a tu hija o a tu hijo con tu pareja o con tu madre o padre o hermana/o y te vas a tomar algo con tus amistades, a dar un paseo o te vas de cena súper súper romántica con tu pareja.

¡Ayss qué equivocada está esa gente!

Me declaro una madre malísima, la peor de las peores. Reconozco que para mí es muy importante no perder el contacto con mis amistades, con mi pareja, que quiero seguir estudiando para poder optar a un puesto de trabajo mejor (cuando la cosa se estabilice y mejore, de momento me conformo con un trabajo). Entono el mea culpa cuando prefiero dejar a mis hijos/as con mi madre (gracias mami) para irme a dar una vuelta con mis amigas o para ver una obra de microteatro o hacer una ruta de senderismo porque necesito respirar aire puro y desconectar.

Venga, va, lo reconozco, soy una pesíma madre.

De pronto, anoche recibo un mail de un amigo donde me pasa unos enlaces o links que son "muy cuquis". Los abro, investigo, hojeo, releo, pincho por allá y por acá... ¡Qué alegría más grande! Compruebo que no soy la única. Me doy cuenta que por el mundo (bueno, vale, al menos en España) hay más madres como yo y que se hacen llamar "malas madres". Obviamente, no hay ni qué decir que me he unido a este selecto club. Jajajaja

Pues nada, ahí os dejo el enlace para que lo veáis y que si os consideráis unas malas madres o malos padres, os hagáis del club. A mí me ha encantado.

http://clubdemalasmadres.com/