De nuevo estoy por acá. Logro ir cerrando cosas que me impiden escribir como yo quiero y dedicarle el tiempo que me apetece a este blog.
Voy dando "carpetazo" a etapas y parcelas que han hecho que esté sumida y concentrada en un par de cosas o actividades que me quitaban toda la energía y el tiempo.
Pero hoy, más calmada, aunque aún sin perder la concentración en aquello que me quita tiempo y que será un paso muy importante cuando logre cerrarlo, he decidido que es bueno retomar el blog que nos llevará a conseguir la luna, a cada uno la suya. La continuación va a la par que el inicio del curso académico, de las rutinas escolares y laborales. ¡Qué mejor momento que éste!
No ha sido un verano tranquilo. No he tenido el tiempo que me gustaría y que yo esperaba tener para leer, disfrutar del verano, de la compañía... Sí he leído, sí he vivido este verano (con mi querida Pandilla Chancleta), sí he estado en compañía pero eso no significa que lo haya disfrutado y vivido como quería, como me hubiera gustado. Todo sacrificio tiene su recompensa y la mía espero que esté a la vuelta de la esquina.
Inicio esta nueva etapa bloguera con la recomendación de un libro que me ha hecho reflexionar sobre la educación, sobre la infancia y la adolescencia y sobre lo que me gustaría hacer. Un nuevo tipo de educación es posible. Una nueva forma de enseñar materias, valores, capacidades... es posible. Sólo hay que querer mirar más allá de la burocracia, de las leyes y centrarnos más en la práctica, en las personitas que viven este presente para tener un futuro.
César Bona ha escrito un segundo libro, al cual he "hincado el diente" demasiado tarde para mi gusto. Pero se dice que "nunca es tarde si la dicha es buena". "Las escuelas que cambian el mundo" nos muestra que otro tipo de educación es posible y que funciona.
En este libro César nos acompaña por el territorio español para abrirnos las puertas de 7 escuelas e institutos que se sitúan en diferentes ciudades o pueblos y que acogen a niñas y niños entre 3 y más de 18 años algunas de ellas.
Nos invita a sumergirnos entre esta población tan pequeña en tamaño pero grande en alma y corazón. Nos enseña que tenemos que dejar de lado lo académico para abrir paso y espacio a las emociones, sentimientos y las capacidades diferentes y válidas de cada persona; porque, si somos conscientes de la necesidad de dejar libertad, esta libertad hará que quieran saber más e investiguen, pregunten y pidan ayuda para seguir aprendiendo.
Hay otra forma de enseñar a sumar, restar, de mostrar qué paso en España en el Siglo de Oro, en la Guerra Civil o cómo se vivía en la Antigua Grecia. Sólo tenemos que rascar, implicarnos, ilusionarnos para que esos seres pequeños se contagien y quieran más.
Como se escribe en la contraportada del libro: "Si contamos con su participación (de las niños y los niños) en la escuela y en la sociedad y tenemos en cuenta todo su potencial, estos chicos y chicas pueden cambiar el mundo. No en un futuro, sino ahora".
¿Queremos que ese cambio se produzca? ¿Cuál es la esencia de la educación?
Os animo a que leáis este libro, reflexionéis y descubráis si el cambio es posible.
Buena lectura.
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