(Remisión al texto "La casa de sus sueños":
La protagonista de este pequeño texto es una mujer de nacionalidad desconocida, pero bien podría ser española o extranjera, realmente nos da igual. Narra de una manera sutil, elegante, sin morbo, una situación de violencia dentro de una pareja. El final, es el que muchas personas queremos que sea: el abandono, por parte de la mujer, de una relación “amorosa” que es totalmente destructiva y tóxica para ella.
Violencia de género e inmigración se mezclan en esta exposición, haciendo alusión, concretamente, a las mujeres extranjeras, no comunitarias, que son víctimas de violencia de género.
Hablar de violencia de género significa hablar de un conflicto social que abarca varias áreas de actuación, pues es un tema que afecta a diferentes agentes sociales (Administraciones públicas, entidades privadas, asociaciones y ONg’s, abogados/as, personal de la judicatura, personal sanitario, Fuerzas y Cuerpos de Seguridad, etc), quienes deben trabajar de forma conjunta y no de modo independiente para acabar con este problema.
En mi opinión, la violencia de género abarca más que aquello que aparece en la Ley Orgánica 1/2004 de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género,(...).
Considero, del mismo modo que lo hace Inmaculada Montalbán Huertas, que la violencia de género hace referencia, no sólo a la violencia producida en las relaciones de pareja, sino también a toda la violencia que sufren las mujeres en el ámbito laboral, en la familia, en la calle, en las instituciones, en los medios de comunicación,… pero también es la violencia simbólica que continuamente pone a la mujer en un lugar subordinado con respecto al hombre. Esta idea de inferioridad de la mujer viene dada por la cultura patriarcalista que impera aún en muchas de nuestras sociedades, por no decir en todas.(...)
Se tiende a hablar indistintamente de violencia de género y violencia doméstica y, como dicen varias autoras y autores, entre ellas, María Luisa Maqueda Abreu, la confusión de etiquetas entre ambas contribuye a perpetuar la probada resistencia social a reconocer que el maltrato a la mujer no es una forma más de violencia, que no es algo circunstancial ni neutro, sino instrumental y útil para mantener un orden determinado de valores estructuralmente discriminatorio para las mujeres.
Inmigración. La inmigración es un concepto que siempre ha estado presente en la sociedad. Esto es así porque el movimiento migratorio es una tendencia innata de la persona, es un derecho proclamado y reconocido en la Declaración Universal de los Derechos Humanos en su art. 13(libertad de movimiento); pero también es una necesidad del sistema económico y una estrategia político-económica.
España comenzó siendo un país de personas emigrantes para convertirse, hace unos años, en un país receptor de inmigrantes en los momentos de bonanza económica. Desde hace un par de años, más o menos, ha descendido el número de personas inmigrantes en nuestro país debido a que muchas de ellas han retornado a su país de origen, como consecuencia de la crisis económica que sufrimos, y también porque ha disminuido el número de personas inmigrantes que acceden a nuestro país en busca de un futuro mejor. En la actualidad, está volviendo a suceder lo que ocurrió en España tras la Guerra Civil: personas españolas son las que abandonan su ciudad para buscar, en otro país, aquello que el suyo no es capaz de proporcionarles. (...)
La mujer inmigrante es objeto de una triple e, incluso, cuadrúple discriminación:
- Por ser mujer
- Por ser inmigrante
- Por ser trabajaora (en el mejor de los casos), debido al rol tradicional que se asigna a las mujeres, y
- Por encontrarse en situación administrativa irregular.
Las mujeres inmigrantes son un colectivo especialmente vulnerable, lo cual es consecuencia de una serie de factores:
1.Duelo migratorio (situación psicológica especial que condiciona las percepciones y el comportamiento de gran parte de las mujeres que toman la decisión de migrar).(...)
Las mujeres en situación administrativa irregular experimentan lo que se ha llamado “el Síndrome de Ulises”, pues se hallan en situaciones de especial estrés ante la impotencia y el fracaso por no poder acceder al mercado laboral, por el miedo a ser expulsadas y a las mafias a las que pueden estar vinculadas, pero también tienen un sentimiento intenso de lucha por la supervivencia.
2.Se produce un choque cultural (...)
3.El viaje supone romper con los vínculos familiares y de amistad, por ello se hallan con una carencia de redes sociales naturales en las que poder apoyarse.
4.La fuerte dependencia de la mujer inmigrante respecto de su pareja existe porque, en muchas ocasiones, han llegado al país como consecuencia de una reagrupación familiar. Pero también se produce al no tener documentación propia o en regla, no poseer ingresos autónomos, etc. Todo esto contribuye a dificultar la independencia de las mujeres víctimas de la violencia de género.
5.Perciben a las instituciones públicas más como una amenaza que como una fuente de protección. El motivo es la gran desconfianza que sienten las mujeres inmigrantes hacia los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad. La desconfianza puede tornarse en miedo a ser expulsadas si, al encontrarse en situación administrativa irregular, denuncian un hecho de violencia de género, conllevando que su permanencia irregular en España salga a la luz. El miedo también es consecuencia del “sentimiento de culpa” si su pareja es expulsada o si la separan de sus hijas e hijos debido a la interposición de la denuncia.
6.También tienen miedo a no ser creídas o a que la denuncia por violencia de género pueda afectar a su proceso de regularización.
(...) He tenido la oportunidad de hablar con mujeres que fueron víctimas de violencia de género no siendo ciudadanas “legales” en nuestro país. Estas mujeres han tenido que luchar más duro si cabe, para lograr encontrar su sitio en una sociedad extraña para ellas y que, desgraciadamente, las estigmatiza más si cabe, pues, no sólo son mujeres víctimas de una clase de violencia ejercida por aquella persona que dice que las quiere, sino son ciudadanas extranjeras, “sin papeles” y, como me decía una de ellas, al encontrarte en esta situación no existes para el Estado.
La “ventaja”, si se puede llamar así, que obtienen al ser víctimas de violencia de género, es que gracias a la Ley de Extranjería (LO 2/2009, 11 diciembre, de reforma de la LO 4/2000, de 11 de enero, sobre derechos y libertades de los extranjeros en España y su integración social), pueden solicitar la autorización de residencia y trabajo provisional, la cual, para que sea definitiva, depende de que la sentencia sea condenatoria finalmente. Si la sentencia es desfavorable, no porque no se haya cometido un acto de violencia de género, sino porque no se ha podido probar con suficiente fuerza, como le ha sucedido a más de una mujer, quedan de modo “ilegal” en nuestro país, en el mejor de los casos, o son devueltas a su país de origen.
Es en este punto donde el trabajo de diversas ONG’s y de algunas personas de modo privado, realmente implicadas y concienciadas, cobra fuerza y resulta de gran apoyo para estas mujeres, pues buscan los recovecos y las posibilidades legislativas existentes para lograr que estas mujeres víctimas de violencia de género, aunque no reconocidas como tales, logren quedarse en nuestro país
En conclusión. Se ha avanzado en la consecución de derechos para el ser humano, se ha evolucionado tecnológicamente hablando, pertenecemos al llamado primer mundo, al mundo desarrollado; pero somos los primeros en vapulear, vilipendiar, deshonrar todos aquellos logros que nuestros antepasados han conseguido. Nuestro pecho se ensancha al considerarnos seres superiores que nos encontramos en un mejor mundo porque nuestras “leyes” recogen derechos humanos y nuestro Estado se codea con grandes potencias mundiales, pero en la realidad, en la práctica, los derechos únicamente están escritos en un papel y no son efectivos en el día a día de nuestra sociedad.
La mujer ha logrado grandes avances: el derecho al voto, el derecho a trabajar, a tener un salario digno, etc. Pero aún existen muchos obstáculos que superar en nuestra vida diaria porque, la cultura del patriarcalismo y del machismo, aún sigue latente en nuestra sociedad. (...)
Muchos grupos de personas consideran que la LO 1/2004 es una ley discriminatoria para los hombres. Pero yo considero que esta ley, desgraciadamente tiene que existir para dar nombre y para sacar a la luz pública una realidad que hasta ahora, estaba oculta. Desgraciadamente tienen que existir leyes cuya principal protagonista sea la mujer, para que ella no sea discriminada y sea tratada de igual modo que el hombre.
Aún hay mucho camino que recorrer, porque los obstáculos cada vez son mayores, y la conciencia y la cultura deben variar aún en nuestra sociedad.
Debemos empezar a educar a las generaciones que vienen a que la igualdad no es sólo material, sino que la igualdad es algo palpable en el día a día. Que la igualdad se da entre las personas, da igual el sexo que tengan, donde hayan nacido, de qué color tengan la piel. Debemos enseñar que lo rosa no corresponde sólo a las mujeres y que lo azul no es sólo para los hombres, sino que éstos también pueden llorar porque es una forma de expresar los sentimientos, algo que no es malo, sino que te hace más humano.
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